jueves, 29 de abril de 2010

RAÚL LE TIENE MIEDO AL COCO


Autor: Héctor Peraza Linares
hector.peraza.linares@hotmail.com
www.hectorperaza.blogspot.com
Madrid, noche del 12 de abril de 2010


¡En qué lío me ha metío el coco Fariñas!

Ya nadie en el mundo ni en Cuba se cree lo que repito todos los días: que, tanto Zapata como Fariñas, son dos delincuentes comunes. ¡Qué injusticia, caballeros! ¡Hasta Obama se ha virao en mi contra! En realidad no debo ser injusto: Zapatero y Moratinos, sí creen en todo lo que yo diga. Algo es algo: ¡menos dan un par de piedras!

¡Conmigo no hay huelguita de hambre que valga!

¡No voy a liberar a ningún preso político! Porque, aunque lo niego en público, debo reconocer, ahora que me hablo a mí mismo, que en verdad mantengo encarcelados a doscientos individuos que no son delincuentes comunes. Y, si no son delincuentes comunes, son, necesariamente, presos políticos. ¡Pero eso nunca lo reconoceré! ¡Primero muerto que despretigiao!

A estas gentes que se llaman opositores le das un dedo y te cogen la mano, es decir, te tumban del caballo, aunque el caballo sea Fidel, y, por lo tanto, tumben también, al caballo, del caballo. Es decir, que si les doy un dedo, me caeré del caballo, junto con el caballo del que me van a tumbar. ¡Yo no me voy a caer de ningún caballo! ¡Y mi hermano caballo, tampoco se caerá del caballo!

Lo mío es ir tirando hasta que nos llegue la pelona y ¡Zas! ¡Se acabó! ¡Qué me importa a mí lo que ocurra después de que Fidel y yo estemos muertos! Después de nosotros: ¡ojalá venga el diluvio universal! ¡Qué lío se va a armar aquí cuando él y yo estiremos la pata! Pero eso a mí me importa un comino. Lo mío es mantenerme machacando en baja, lanzando, un día sí y otro también, alguna guapería alardosa por la televisión, o en cualquier discurso que pronuncie, contra los gringos y los europeos.

Mi estrategia es culpar a los americanos, como hacía Fidel, y le dio muy buen resultado durante casi cincuenta años, de todos los males que él y yo le hemos causado a Cuba. Mi maniobra política, en la actualidad, consiste, también, en incluir en esa acusación a los europeos, con la honrosa excepción de Zapatero y Moratinos, después de Chávez y Evo, los mejores amigos con que cuento en el mundo.

Y, si tengo la suerte de que atraviesen este año la isla, de una punta a otra, cuatro o cinco ciclones, de los grandes: ¡será como si ganara el primer premio de la lotería de Miami! Porque, como siempre maquinaba mi hermano: por una parte, le empapelaré la falta de comida para el pueblo a los bienvenidos ciclones, o a las sequías; por otra, inculparé, a los americanos y a la Unión Europea, de la represión que mis Tropas Especiales, cada día con más espíritu revolucionario, bestialidad y sadismo, llevarán a cabo contra las Damas de Blanco, y contra cualquiera que se manifieste públicamente en mi contra.

¡Aquí no hay quien se mueva! ¡Al que se mueva le parto la siquitrilla!

¡Qué conmigo no hay huelga ni huelguita ni huelgota que valga!

¡Yo no creo en opositorcitos ni en disidenticos ni en periodisticos independienticos ni en blogueritos ni en obamitos ni en zarcocitos ni en merkelitos ni en berlusconitos ni na’deso! ¡Qué saco lo tanque pa’ la calle! ¡A mí no me van a tumbar del caballo! ¡Yo no suelto la chupeta del gobierno ni aunque me den candela por las pata!

¿¡A dónde rayos vamos a ir Fidel y yo, si tenemos que salir echando una uña de aquí!? ¡¿Adónde?! ¿A Venezuela? ¡No seas tú bobo! ¡Aquello en cualquier momento revienta, y Chávez tiene que perderse de allí! ¿A Bolivia? ¡Peor! Porque Evo, con su analfabetismo y brutalidad, va a llevar a Bolivia a la época de la comunidad primitiva: ¡y a mí no me gustaría vivir, a mis setenta y cinco años, con un taparrabo y en una cueva! ¡Tengo que seguir al pie del cañón! ¡No me queda otro remedio!

¡Toíto lo tengo controlao, menos el lío éste en que me ha metío el coco!

¡Qué tipo! ¡Le dicen el coco, pero, en verdad es mi coco, porque me tiene el coco hecho agua con su huelguita de hambre!

¡Si no resuelvo el problema que me está creando el coco, se me va a reventar el coco!

¿Qué debo hacer pa’ resolver este grave asunto? ¿Ir a un babalao? No, porque hasta los espíritus están viraos contra mí, y contra Fidel. Es que mi brother, y menda, hemos fusilao a tanta gente, que en estos momentos el Más Allá está saturao de opositores. ¡Va y voy a un babalao, y me sale el espíritu de Camilo, por ejemplo, o el de Ochoa, el de Tony de La Guardia, el de Abrahantes o el de los cientos que fusilamos cuando estábamos en la Sierra Maestra!

¡Ni loco voy a un babalao! ¡Pa su escopeta!

¡A los espíritus que más temo es al de Boitel y al de Zapata! ¡Y también a los de los niños del remolcador “Trece de Marzo” y al de sus padres! ¡Y al de los tres negritos que nos echamos al pico por intentar llevarse una lancha! ¡Y al de los pilotos de Hermanos al Recate! ¡Y al de los diez mil que fusilamos en el año 59! ¡Y al de los veinte mil soldados cubanos que mandamos a morir en Angola, Etiopía, el Congo, Argelia, Venezuela, Nicaragua, etecé, etecé!

¡Y qué mieo le tengo a los espíritus de los cien mil que han muerto, comidos por los tiburones, tratando de llegar, en rústicas balsas, al yuma, como llaman los contrafidelistas y contrarraulistas al imperio! ¡Y al de los presos políticos que matamos en la prisión de Isla de Pinos! ¡Y al de los alzados del Escambray que llevamos al paredón en La Cabaña!

Decididamente: ¡no me conviene ir a un babalao! ¡Me saldrían cientos de miles de muertos que pedirían mi cabeza y la de mi hermano! ¡Solavaya!

!Por el momento, mientras pienso lo que haré pa’ resolver este peligroso dilema, voy a darme unos tragos de saoco. ¡No! ¡De saoco, no, que el saoco se hace con ron y agua de coco! ¡Y yo desde niño le tengo tremendo mieo al coco! ¡Y, ahora, de mayor, le tengo mieo al coco Fariñas! Recuerdo que mi nana me cantaba:

Duérmete, raulito,

Duérmete ya,

Que sino el coco,

¡Te comerá!

¡Ahora la oposición me mete mieo con el coco Fariñas!

¡Qué mieo le tengo al coco!

¡Qué sería de mi vida si no tuviera una botella siempre a mi lado! Sí, porque, en cuanto me doy diez o doce tragos, la cabeza se me va, me olvido de to’, y ¡le pierdo el miedo al coco!

A mí, cuando niño, si hacía alguna travesura, mi nana me decía: “pórtate bien, o te lleva el coco”. Y yo me ponía a temblar. ¡Ahora estoy en la misma situación! Tengo mieo de que me lleve el coco Fariñas… ¡a perder el poder!

Por eso necesito darme tragos. La gente dice que soy un curda empedernido igual que el tal Pánfilo. A ése le metí dos años de prisión. Luego lo solté, por el escándalo internacional que se armó. Se cree más borracho que yo. ¡Qué equivocao está! ¡Yo soy el borracho más grande que ha dao la historia de Cuba en todos sus tiempos!

¡Pánfilo, se atrevió a decir que en Cuba lo que hace falta es jama! ¡Qué mentiroso! En este país lo que sobra es comida y, si no lo creen en el extranjero, ni siquiera los periodistas del diario “El País”, del grupo Prisa, en España, ¡qué le pregunten, esos periodistas incrédulos, a los miembros del Buró Político, del Comité Central, del Secretariado, del Consejo de Estado, del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, a los ministros y a mis Generales, y que le pregunten a Silvio Rodríguez, mi cantautor favorito, si tienen escasez de algo en sus casas!

¡Ese borracho es un mentiroso compulsivo! ¡A mí no me pueden comparar con semejante curdagusaneril! Yo soy un borracho de alta categoría. Sí aceptaría que me compararan con Hemingway. Él fue un gran borracho y escribió “El Viejo y el Mar”. Yo soy un gran borracho y estoy escribiendo “Los Dos Viejos y el Mal”. Pero no acepto que me comparen con un tipo que nadie conoce en este mundo. Yo soy Raúl Castro Ruz, el hermanísimo de Fidel Castro Ruz. A nosotros dos, el mundo entero nos identifica como dictadores y asesinos. ¡Prefiero mil veces que nos conozcan por dictadores y asesinos, a que nadie en el mundo nos conozca! ¡Soy tan popular como el cantante Ricky Martin!

Yo no soy un borracho cualquiera. Soy un borracho Presidente o un Presidente borracho. Me da igual. Pero lo que está cometiendo el coco conmigo es un abuso, una violación de los Derechos Humanos que tengo como Presidente borracho o como borracho Presidente de este país! ¡Porque los presidentes y los borrachos también tenemos derecho a los Derechos Humanos!

¡Le ronca los mameyes! ¡El coco dice que si no suelto 26 presos políticos, que están casi todos al borde de la muerte, va a seguir sin comer y sin beber agua hasta morirse!

¡El coco me está amenazando! ¡El coco me está metiendo mieo!

¡Y la verdad es que le tengo mieo al coco!

¡Ya sé! ¡Le pondré una vela a San Alejo, pa’ que lo aleje de mí, y lo mande pa’ España! ¡No! ¡Eso no da resultado! El coco renunció a irse en el avión-ambulancia que mis fieles amigos, Zapatero y Moratinos, le enviaron, a petición mía, pa’ que suspendiera su huelga y se largara pa’ la península ibérica. ¡Qué cabezón es, chico!

Se me ocurren otras dos geniales ideas: A Ban Ki-moon le pediré que declare, en la ONU, que el coco está violando mis Derechos Humanos. A la vez, a mi amigo Hi Juntao, que después de su viaje a Cuba está juntao con una mulata jinetera cubana que le proporcioné, le diré que me envíe al Médico Chino pa’ ver si me cura del mieo que le tengo al coco.

Ya no es mieo: ¡es pánico lo que le tengo al coco!

Ahora los opositores quieren que haga un referendo, pa’ ver si el pueblo está de acuerdo con lo que propone el coco.

¡No voy a permitir que aquí se haga ningún referendito desos! ¡A mí no me meten mieo con referendito ni con referendote!

¡A mí el único que me mete mieo es el coco!

Otra idea que se me ocurre es ¡declararme en huelga de alcohol! ¡Esa es la perfecta! ¡Seré el primer Presidente borracho o borracho Presidente que se declara en huelga de alcohol!

¡Soy tonto de capirote! ¡Yo no puedo estar ni cinco minutos sin chuparle el rabo a la jutía!

¡Puedo tratar de convencer a Fidel pa’ que se declare en huelga de sus riflexiones, hasta que el coco desista de su huelga de hambre! ¡Negativo, compañero! ¡Mi hermano prefiere morir antes que dejar de escribir sandeces en sus estúpidas riflexiones!

¡Qué pila detonterías escribe en esas llamadas riflexiones!

Siempre he sabido que Fidel está loco. Hoy por hoy no está loco: ¡está arrebatao! La chochez le ha dao por creerse que es el jefe del mundo entero, y en sus riflexiones reparte orientaciones pa’ to’ el mundo, y pa’ to’as partes. ¡Qué equivocao está mi hermano! ¡Creerse el jefe del mundo entero! ¡En este mundo el único jefe universal lo seré yo… si el coco me lo permite!

¡El coco está volviendo loco a mi coco!

¡Me estoy volviendo loco con el coco!

Como dice la canción:

Es un coco lo que tengo contigo.

¡Vamo a romperlo!

¡Vamo a romperlo!

Vamo a rompé ete coco

Pa’ ver qué cosa tendrá.

¡Es un coco lo que el coco tiene conmigo!

¡Y es un coco lo que tengo yo con el coco!

¡Está abusando de su poderío moral contra mi poderío militar! ¡Poderío moral contra poderío militar! ¿Quién ganará la batalla? ¿El coco con su poderío moral, o yo con mi poderío militar?

¡Él, me apunta con su vida! ¡Yo, le apunto con su muerte!

No puedo engañarme a mí mismo: los cañones no pueden contra la moral. La moral es indestructible. ¡Y el coco se ha erigido en Comandante en Jefe de la moral de la isla de Cuba! ¡Y yo soy el Comandante en Jefe de lo militar en este país! Somos dos comandantes en jefe. ¡Hay dualidad de poderes en Cuba!

¿Quién podrá más: el coco, o yo, ¡qué ya me está patinando el coco!?

¡Qué mal estoy! ¡No hago otra cosa que romperme el coco, pa’ decidir qué hago con lo que me exige el coco!

¡Hasta soñé ayer que, al pasar por debajo de un cocotero, me cayó un coco en la cabeza!

¡Tengo que meterme, entre pecho y espalda, otra botella de wisky pa’ pensar con claridad! Como me cantaba mi nana por las noches:

A dormir.

A callar.

Mira que viene el coco,

Y te va a llevar.

¡Qué bruto soy! En esa cancioncita está la solución: Pa’ que no venga el coco, lo que debo hacer es callarme y dormirme. ¡No hablaré ni en público ni en privado, ni una palabra más! ¡De esa forma le ganaré la pelea al coco! No. No puedo tomar esa decisión. Como borracho Presidente o Presidente borracho, de vez en cuando me veo obligao a dar algún discursito. ¡Cuándo empino el codo, hablo hasta por los codos!

¡En qué lío me ha metío el coco Fariñas!

¿Qué podré hacer?

¡Ya! Finalmente, he dado con la clave:

Gracias a los cocos, Papillón, huyó de la Isla del Diablo. Gracias al coco, ¡Fidel y yo, huiremos de la Isla de los Dos Diablos!

¡Antes de que me dé un tiro en el coco!
¡VIVE FARIÑAS!


Autor: Héctor Peraza Linares
Madrid, madrugada del 31 de marzo de 2010

Raúl: ¡Anoche tuve una terrible pesadilla!

Fidel: ¿Qué fue?

Raúl: ¡Soñé que una multitud de cubanos nos quería ajusticiar!

Fidel: ¡A nosotros nadie nos ha podido, nos puede ni nos podrá ajusticiar! ¡Nosotros sí hemos podido, podemos y podremos liquidar a todo el que nos dé la gana!

Raúl: ¿Cómo hicimos con Pedro Luis Boitel, con los niños y los hombres y mujeres del Remolcador Trece de Marzo, y con Orlando Zapata Tamayo?

Fidel: ¡Exacto!

Raúl: ¿Cómo hicimos con Camilo?

Fidel: ¡Exacto! Bueno, sigue contándome tu pesadilla, ¡porque la lista de los que hemos liquidado no la brinca ni un chivo!

Raúl: El caso es que, cuando estaban a punto de mandarnos al reparto bocarriba, se me apareció el fantasma de Ceausescu, ¡y me sacó del apuro!

Fidel: ¿Ceausescu nos salvó la vida?

Raúl: ¡Equelecuá!

Fidel: ¿Cómo fue que el Jefe Invicto de los Cárpatos, el Infalible e Invencible, al igual que yo, Gran Conductor del Pueblo Rumano, nos salvó la vida?

Raúl: ¡La verdad es que yo pensaba que nos iban a llevar al paredón!

Fidel: ¿Y no nos llevaron?

Raúl: ¡No! ¡Por suerte!

Fidel: Te lo acabo de decir, compadre: ¡A nosotros, jamás de los jamases, nadie nos podrá llevar al paredón!

Raúl: No fuimos ajusticiados gracias a lo que me susurró al oído el Gran Camarada Ceausescu.

Fidel: ¿Qué te susurró?

Raúl: Que si yo hacía lo que él no había hecho la noche del 25 de diciembre de 1989, fecha en la que él y Elena fueron ajusticiados, nos libraríamos de la muerte.

Fidel: Chico, y ¿qué fue lo que te susurró que hicieras?

Raúl: ¡Qué me despertara!

Fidel: Y tú ¿qué hiciste?

Raúl: ¡Me desperté!

Fidel: ¿O sea que, Ceausescu, murió porque no se despertó?

Raúl: Eso fue lo que me susurró al oído.

Fidel: ¡Se me acaba de ocurrir la idea más genial que ha tenido ningún ser humano en la historia de la humanidad!

Raúl: ¡Dímela, por favor, mi hermano!

Fidel: ¡Acabo de descubrir lo que el hombre siempre ha buscado en este mundo!

Raúl: ¿Qué cosa?

Fidel: ¡¡¡La inmortalidad!!!

Raúl: ¿No nos moriremos nunca ni tú ni yo?

Fidel: ¡¡¡¡¡¡Para el bienestar, y la felicidad de los cubanos!!!!!!

Raúl: Ya, ya, ya. Te entiendo, hermano. Tú genial idea es que no nos moriremos nunca, porque cuando estemos a punto de estirar la pata, tal y como me susurró Ceausescu, lo único que tendremos que hacer será despertarnos.

Fidel: ¡Exacto!

Raúl: ¿O sea que seremos los únicos seres inmortales en este mundo?

Fidel: Bueno, podemos incluir a Chávez.

Raúl: Y al chinito Hi Juntao.

Fidel: Y a Evo.

Raúl: Y a Zapatero…

Fidel: No, mejor a Moratinos…

Raúl: ¡Eres un genio, como Aladino!

Fidel: ¡Acabo de inventar la Piedra Filosofal que durante siglos buscaron los alquimistas!

Raúl: ¡Genialísimo y Generalísimo como Franco!

Fidel: ¡He descubierto la Fuente de la Juventud que le costó morir de un flechazo, en América, al intrépido, igual que yo, Ponce de León!

Raúl: ¡Eres el mejor!

Fidel: ¡Soy el creador y Comandante en Jefe de la Panacea Universal!

Raúl: ¡Eres mil veces más grande que Galileo, Newton, Edison, Einstein, y que el habanero inventor del Chicharrón de Viento y del Chispetrén!

Fidel: Si Matusalén vivió novecientos sesenta y nueve años, ¡nosotros viviremos miles de millones de años, hasta que el mundo se acabe!

Raúl: ¡Hasta el fin del mundo!

Fidel: ¡Voy a poner en práctica inmediatamente el todopoderoso poder que me da nuestra Piedra Filosofal!

Raúl: ¡Cómo?

Fidel: ¡Dame acá tu pistola!

Raúl: ¿Qué? ¿Para qué quieres mi pistola?

Fidel: ¡Dámela, y no preguntes!

Raúl: (pone en manos de Fidel su Makarof) Y, ahora, ¿qué vas a hacer con ella?

Fidel: Te daré un tiro en la cabeza, y, acto seguido, me daré otro en la mía.

Raúl: ¡Qué dices! ¡Te has vuelto loco!

Fidel: No te preocupes. Mi Panacea Universal no nos dejará morir. ¡Le demostraremos al mundo que somos inmortales, como los dioses!

Raúl: ¿Cómo Baco, el Dios de los curdas y del Chispetrén?

Fidel: ¡Exacto! Convoca al pueblo a la Plaza de la Revolución y, allí, delante de los medios de comunicación del mundo entero, llevaré a cabo mi mesiánico plan.

Raúl cumple con la orden que le da su hermano. Fidel, con la pistola de Raúl en la mano, le dice a la multitud:

Fidel: Pueblo cubano: Voy a demostrarles a ustedes, y al mundo, que Raúl y yo somos inmortales. Primero mataré de un disparo a Raúl, y, después, me mataré yo con otro fogonazo.

Fidel apunta a la cabeza de Raúl, y, cuando va a apretar el gatillo, el público, a coro, grita:

¡Viva Fariñas!

Fidel mata a Raúl, y, a continuación, creyendo que ambos iban a despertar en ese crucial instante, se suicida.

Pero, esa vez, ninguno de los dos despertó.

¡Inmediatamente fueron liberados los presos políticos!

Gracias a la Piedra Filosofal, tal como lo coreó el pueblo:

¡Vive Fariñas!
EL FANTASMA DE CEAUSESCU VUELA SOBRE LA HABANA


Autor: Héctor Peraza Linares
Madrid, 21 de marzo de 2010

La Habana es un hervidero de gente. En sus calles, parques y edificios sólo se escuchan gritos y consignas. Jóvenes soldados y oficiales disparan al aire sus pistolas y ametralladoras. El día más temido por Raúl ha llegado: el pueblo pide su cabeza y la de su hermano. Fidel, que ha perdido completamente el juicio, repite una y otra vez:

- ¡I’am not communist!

Raúl y Fidel están solos. Cientos de miles de personas rodean el edificio donde ambos se encuentran.

-Compañeros y compañeras – comienza a decirle Raúl a la enardecida muchedumbre – la revolución hoy es más fuerte que nunca… - los gritos de la multitud no le permiten continuar el discurso.

El representante de la muchedumbre allí congregada, se le acerca, y le espeta a la cara:

-¡Tú y Fidel son unos asesinos, y hoy los vamos a ajusticiar!

- ¡Viva Torquemada! – se oye decir a Fidel.

¡Mueran los Castro! – Grita la multitud.

¡Viva Margaret Thatcher! ¡Abajo el IRA! – proclama Fidel, desde su lecho de enfermo.

-¡Cállate Fidel! – Le ordena Raúl.

Fidel, que en su letargo no escucha a Raúl, chilla:

- ¡Viva la inquisición!

Raúl llora y le suplica, arrodillado, al enardecido gentío:

-¡Tengan piedad de nosotros, que somos dos ancianitos!

- ¡Tiemblen los tiranos ante hombres que son capaces de morir por sus ideas! proclama Fidel, apuntando con el dedo índice de su mano derecha hacia el techo. Acto seguido pregunta: - ¿Voy bien, Camilo?

Al escucharlo, Raúl, indignado, le grita:

- ¡No menciones a ese tipo, que tú me ordenaste que lo matara!

- ¡Vivan Camilo y Hubert Matos! – manifiesta Fidel, mientras trata de sentarse en la cama.

El representante del pueblo allí reunido, ya no es un hombre. Es una mujer vestida de blanco, que porta una flor en una de sus manos. La mujer se le acerca. Raúl confunde la flor con una ametralladora. La Dama de Blanco le apunta al pecho con la flor, y le exige la libertad de los presos de conciencia.

Raúl le ruega:

- ¡No dispare! ¡Le prometo que ahora mismo voy a liberar a todos los presos políticos!

- ¡Abajo Chávez! ¡Viva Bush! – Vocifera Fidel, mirando fijamente a la Dama de Blanco.

En ese momento aparece en escena el fantasma de Nicolae Ceausescu, con el cuerpo ensangrentado de pies a cabeza. El ex dictador de Rumanía, bamboleándose, se acerca a Raúl, y le susurra al oído:

- No te preocupes. Ni tú ni Fidel morirán, por ahora, porque tú puedes hacer lo que no pude realizar yo cuando soldados del pueblo rumano nos ajusticiaron, a tiros, a Elena y a mí, el 25 de diciembre de 1989.

La Dama de Blanco vocea un nombre, que corea repetidas veces la multitud:

¡Viva Orlando Zapata Tamayo!

¡Viva Hitler! – Brama Fidel.

Raúl, tranquilizado por lo que puede hacer que no pudo llevar a cabo Ceausescu, deja de llorar. Ríe socarronamente, se da un trago de ron, y les manifiesta, recuperando su tono autoritario, al representante del pueblo y a la Dama de Blanco:

- Ja-ja-ja, bien aconsejado por el camarada Ceausescu, voy a urdir algo que les impedirá ajusticiarnos a Fidel y a mí, y que me permitirá mantener en las cárceles a los presos políticos.

- ¿Qué? – le preguntan la Dama de Blanco y el representante del pueblo cubano.

- Despertarme – les responde Raúl.

Y, tras un largo ronquido, se despierta.