jueves, 29 de noviembre de 2007

SATIRA


Don Castro Velorio

Obra en un acto

Autor: Héctor Peraza Linares
Periodista, Escritor, ex prisionero político cubano


Personajes Principales: Don Castro Velorio.

Voces de muchedumbre:

Pérez Roque – Paje de Don Castro Velorio.Don Luis – Doctor. Espectro.Doña Inés – Dama de Blanco.Sombras chinescas – El pueblo cubano.


(Sube el telón)

(Habitación donde convalece Don Castro Velorio. Sentado en la cama, escribe una carta-riflexión. A través de una ventana se oyen gritos procedentes de la calle. Cientos de miles de personas vocean la palabra ‘cambio’).

Don Castro Velorio:
- ¡Cuán gritan esos malditos!¡Pero, mal rayo me parta,si al concluir esta cartano pagan caro sus gritos!


(Don Castro Velorio deja de escribir la carta-riflexión. Tiene el rostro desencajado, no sólo por las varias y continuas operaciones que le han hecho, sino, también, por escuchar las voces que gritan ‘cambio’).

Don Castro Velorio:

- ¡¡¡Pérez Roque!!!

Pérez Roque:
- ¡Ordene, mi Comandante! ¡Dígame qué mujer quiere que le ponga en su tálamo y de inmediato procedo a cumplir su orden! Le doy a escoger entre las siguientes bellezas mundiales: Shakira, Penélope Cruz, Anna kournikova, Jennifer Lopez, Pamela Anderson, Elsa Pataky y Cindy Crawford.

Don Castro Velorio:

- ¡Imbécil! ¡No lo llamo para eso!

Pérez Roque:

- ¿No?... Bueno, jefe, si lo que prefiere es una transexual, también le puedo traer varias de ellas que son muy famosas, Por ejemplo, en España hay una que estuvo casada con un cubano. Se llama… Bibi Andersen y …

Don Castro Velorio:

(interrumpiéndole) - ¡No, estúpido! ¡No! ¡Lo he llamado para otra cosa!

Pérez Roque:

- Pues si lo que quiere es que le busque dos lesbianas…, se las traeré enseguida. Ahora bien, jefe. ¡No le recomiendo cometer tamaña locura! Sería demasiado fuerte para su estado de salud y para sus años. Ver ese fenómeno le puede causar un patatún, ¡y nos quedaríamos sin Máximo Líder!

(Desde el exterior siguen llegando las voces que repiten, una y otra vez, la palabra cambio. Don Castro Velorio, apuntando con su dedo índice hacia la ventana de la habitación por donde entra la algarada, le grita a Pérez Roque):

Don Castro Velorio:

- ¡Cuál gritan los jovencitos!¡Pero, mal rayo me parta,si al ponerme una pancartano pagan caro sus gritos!

Pérez Roque:
(percatándose de que su jefe lo ha llamado para decirle algo con relación al griterío) - ¡Ah! Perdón, jefe. Ya me doy cuenta de lo que usted quiere. Es que en un principio pensé que se trataba de un problema de faldas. Bueno, en cuanto a esos abucheos, no se preocupe. La Seguridad del Estado tiene controlados, fichados, y amenazados con meterles cuatro o cinco años de cárcel, a todos los jóvenes, hombres y mujeres, niños y ancianos que se atreven a gritar la palabra cambio.

Don Castro Velorio:

-¡Yo no admito ningún cambio!

Pérez Roque:

- ¡Y no los habrá, Comandante! ¡Se lo aseguro! ¡Para eso está Chávez a quien, tal y como usted me ordenó que dijera en Nueva York, le vamos a entregar la isla de punta a punta!
Don Castro Velorio:

¡Cuba será el único lugar del mundo donde no habrá cambio climático!

Pérez Roque:

-¡Abajo el cambio climatérico!

Don Castro Velorio:

¡Voy a ordenar que se supriman en los automóviles, los camiones y las motos los cambios de velocidad!

Pérez Roque:

-¡Abajo los cambios de velocidad!

Don Castro Velorio:

¡Borraré de la filosofía marxista-leninista los cambios cuantitativos y cualitativos!

Pérez Roque:

¡Mueran los cambios cuantitativos y cualitativos!

Don Castro Velorio:

(atusándose la barba, en pose de filósofo, en cuclillas encima de la cama): Por doquiera que fuila razón atropellé,disidentes perseguíque a la cárcel condené,y damas de blanco prendí.Yo los bohíos tumbéyo en los palacios viví,yo los conventos cerréy en todas partes dejé:¡memoria amarga de mí!

Pérez Roque :

(pensando en voz baja, sin que lo pueda oír Don Castro Velorio) - ¡Está chiflao! ¡Ahora le ha dado por hablar en versos! ¡Madre mía! ¡Se ha vuelto loco!

Don Castro Velorio:

- ¿Dónde está mi Doña Inés?¡Me muero sin sus encantos!

Pérez Roque:

(tomando la decisión de seguirle la corriente)Usted la metió en el MantoNegro desde hace un mes.

(Se escuchan con más fuerza los gritos de cambio. Pasan sombras chinescas que portan brazaletes blancos y pulseras en los que se lee dicha palabra)

Don Castro Velorio:

¡Cuán gritan los gusanitos!¡Pero, mal rayo me parta,si al jugar mi última cartano pagan caro sus gritos!

(Entra en la habitación, vestido de doctor, Don Luis)

Don Luis :

¡Por Dios que sois hombre extraño!¿Cuántos días empleáisen cada opositor que vigiláis?

Don Castro Velorio:

Partid los días del añoentre los que ahí encontráis.Uno para amenazarlos,otro para detenerlos,otro más para enjuiciarlos,dos más para condenarlos,otros dos para exiliarlos,¡o tres para fusilarlos!

Pérez Roque:

¡Ah! ¿No es cierto satán de amor,que en esta apartada orilla,más fulas mi Castro pilla,y se tortura mejor?

Don Castro Velorio:

(Se le presenta el espectro de la muerte. Pérez Roque y Don Luis, asustados, salen corriendo de la habitación)¡Ah! Por doquiera que fuiderechos atropellé,libertad escarnecí,la justicia envilecí,y ensangrenté cuanto vi.Yo a las patrañas bajé,y en los palacios viví,y a las monjas exilié,y pues tal mi vida fue:¡No! ¡No hay perdón para mí!

(La habitación se queda en penumbras. La aparición se quita el antifaz que le cubre el rostro. Don Castro Velorio, en medio de las tinieblas, entrevé, atónito, que el fantasma es Doña Inés. Ella va vestida de Dama de Blanco, y lleva un brazalete, en el brazo derecho, en el que está escrita la palabra cambio).


Don Castro Velorio:


(vociferando)¡Doña Inés! ¡Doña Inés!¿Dónde estás que no te veo?
Doña Inés:


¡En Manto Negro hace un mes,por culpa de tus deseos!


Don Castro Velorio:


(blandiendo un enorme cuchillo siciliano)¡Quítate ese brazalete,que aquí cambio yo no haré!

Doña Inés:

(blandiendo una guámpara)¡Los presos defenderé!¡Su libertad pediréarmada de este machete!No me quito el brazalete:¡Qué a Cuba da buen aché!


Don Castro Velorio:

¡Yo cambio no haré, te digo,ni liberaré a los presos!Los torturo por castigo.¡Les mato y vuelo los sesos!


Doña Inés:


¡Cincuenta años con eso!¡Los presos son mis amigos!¡Y te clavaré, perverso,el machete en el ombligo!


(Comienzan a combatir Don Castro Velorio y Doña Inés. Ella lo mata de una estocada con la mocha).

Doña Inés:

(abriendo la ventana por donde llegan las voces que repiten sin cesar la palabra cambio, y dirigiéndose a la muchedumbre allí congregada)Cambio en la vida futura,y ya Cuba, con jolgorio,verá que Castro Velorio vivió siempre en la locura.A los presos dio tortura,al pueblo, racionamiento,mentiras dijo por cientos:¡Hay que darle sepultura!



(Cae el telón de acero).


sábado, 10 de noviembre de 2007

SATIRA

DIALOGO ENTRE
EL CAN CILLER CASTRISTA
Y
EL CAN CERBERO DIABLISTA

AUTOR: HECTOR PERAZA LINARES.

OBRA EN TRES ACTOS


Personajes principales:

EL CAN CERBERO - Guardián de la puerta del Infierno. Perro de Satán.

EL CAN CILLER – Felipe Pérez Roque (FEPERRO). Can de Castro.

EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS – El Diablo.

AL CAPONE – Entrenador del equipo de fútbol `Los Ángeles Caídos’. Guardaespaldas de Satán.

Varios extintos dictadores.

PRIMER ACTO

(Entrada al infierno. Por la parte superior de una infinita puerta hecha de huesos, cabellos, piel y sangre de seres humanos, sale un humo negruzco y espeso, con olor a carne chamuscada y putrefacta, en el que se dibujan rostros monstruosos, y al que acompañan, cada tres o cuatro segundos, largas lenguas de fuego. Aves negras de picos corvos y largas y afiladas garras, revolotean por el lugar, lanzando espeluznantes chillidos. Suben y bajan por la puerta columnas de gigantescas ratas, cada una llevando en la boca un desgarrado trozo de carne humana. A los pies de la estrambótica puerta, por su parte interior, sentado en sus dragonianos cuartos traseros, vigila, como siempre ha hecho a lo largo de muchos milenios sin un solo segundo de descanso, mediante sus ignífugos ojos, su centenar de finos olfatos y sus doscientas puntiagudas orejas, un inmenso perro, de cien cabezas, en cuyo lomo se mueven a derecha e izquierda, hacia arriba y hacia abajo, innumerables testas de venenosas víboras, y en cuya cola una espeluznante serpiente, siempre babeando humor, exhibe sus temibles colmillos. Es el Can Cerbero, guardián perenne en el Erebo de la entrada y salida de mortales y espectros).

El CAN CERBERO - (Apenas sin mover las mandíbulas pronuncia, una y otra vez, la frase que repite, sin pausa e incansablemente, desde que el mundo es mundo) - ¡Ni los vivos pueden salir ni los muertos entrar al infierno sin mi permiso! ¿Quién será ese atrevido que oigo acercarse a esta avernócola puerta? – se pregunta intrigado, y de muy mal humor, al escuchar pasos fuera de los dominios infernales que con tanto celo custodia.

EL CAN CILLER - (Mira a su alrededor. Hasta sus oídos llegan quejidos de dolor, sufrimiento y terror que profieren voces humanas. Observa, en medio de la penumbra y de los relámpagos producidos por las erupciones de millones de volcanes, que hay una puerta con un letrero encima del marco superior que dice: ENTRADA AL AVERNO. ¡CUIDADO! ¡HAY CAN CERBERO SUELTO Y MUERDE CON CUALQUIERA DE SUS CIEN CABEZAS O CON LAS CIEN A LA VEZ! Se sacude la nariz en el triángulo rojo de la bandera cubana, pendón que, desde su último viaje a la ONU, arrastra por el suelo que pisa. Da dos toques en la diabólica puerta con la culata de una pistola makarof) - ¡Hay alguien aquí! – grita con arrogancia.

EL CAN CERBERO – (Abre, mediante un mando a distancia, la descomunal puerta. Le pone furioso el alarde y la guapería barata y barriobajera de aquel mortal, que se atreve a tocar a las puertas de las Tinieblas donde él, desde hace milenios, resguarda la entrada de los muertos y la salida de los vivos, y viceversa. En el desempeño de sus macabras funciones se siente todopoderoso y omnipotente, como si fuera un funcionario del Ministerio del Interior cubano que da o niega la tarjeta blanca a quien pretende salir del país - tal y como le fue negada la misma, en fecha reciente, al abogado independiente René Gómez Manzano quien, por tal motivo, no pudo asistir a Bruselas a recibir el Premio Internacional ‘Ludovic Trarieux’ - y que otorga o no el derecho a entrar en la isla al cubano que, viviendo en el extranjero, pretende visitar su tierra natal) – ¡¿Quién diablos es usted?! - Furibundo, le pregunta al intruso.

EL CAN CILLER – (Con el dedo índice de su mano derecha apuntando hacia el cielo, tal y como gesticuló en la ONU) - ¡Soy FEPERRO, acrónimo de Felipe Pérez Roque! ¡Soy el Can Ciller cubano! – A continuación utiliza la estrella solitaria de la insignia nacional cubana para secarse el sudor que chorrea por su escasa y aplastada frente.

EL CAN CERBERO - ¡Aquí no hay más perro ni más can que yo!

EL CAN CILLER –- ¡Yo soy el chucho de Fidel Castro!

EL CAN CERBERO – (Lanzando cien gruñidos) - ¡Y yo soy el tuso de Lucifer!

EL CAN CILLER - (Abriendo desmesuradamente su bocaza y limpiándose, con las franjas blancas del máximo estandarte cubano, los zapatos, que los tiene llenos de residuos de petróleo venezolano) - ¡Yo soy más guau guau que tú!

EL CAN CERBERO – (Desenfundando sus cien fauces y enseñando, amenazador, sus decenas de largos y afilados colmillos) - ¡Más chucho que yo no hay nadie ni en este mundo ni en el otro ni en ningún mundo, ni siquiera en el periódico El Mundo, en España!

EL CAN CILLER – (Al ver que el Can Cerbero está a punto de atacarle con sus cien monstruosas cabezas, acobardado, le dice en tono conciliador) - Hablemos de perro a perro, es decir, de Can Ciller a Can Cerbero, o de Can Cerbero a Can Ciller.

EL CAN CERBERO – (Sumamente irritado y dando fuertes coletazos con su cola de serpiente) - ¡Usted es un impostor! ¡Aquí el único can soy yo! ¡Por algo me llaman el Can Cerbero!

EL CAN CILLER – Está usted en un error, compañero vigilante de la puerta por donde se entra o se sale de Cuba, digo, del Infierno. ¡El único can aquí soy yo, porque soy el Can Ciller de Castro!

EL CAN CERBERO - ¡Y yo soy el Can Cerbero de Satanás!

El CAN CILLER - ¡Castro es más Chávez que Satán!

EL CAN CERBERO - ¡Satán es más Chávez que el Diablo!

EL CAN CILLER - ¡Chávez es más Demonio que Castro!

EL CAN CERBERO - ¡Castro es más Demonio que Chávez!

EL CAN CILLER - ¡Castro y Chávez son dos Demonios!

EL CAN CERBERO - ¡Satán, Chávez y Castro son tres Malignos!

EL CAN CILLER - ¡Castro es Chávez!

EL CAN CERBERO - ¡No! ¡Satán es Castro!

EL CAN CILLER - ¡Entonces yo soy el can de Castro, o de Chávez, que me da igual!

EL CAN CERBERO - ¡Pero yo soy el can de Castro, de Chávez y de Satán!

EL CAN CILLER - ¡Te cambio a Chávez por Lucifer!

EL CAN CERBERO - ¡Yo te cambio al Maligno por Castro!

EL CAN CILLER - ¡Pero no bailo el can can!

EL CAN CERBERO - ¡Yo nunca he estado en Quivicán! – De pronto, le pregunta a FEPERRO - ¿Y qué diablos hace usted aquí a las puertas del infierno, chucho castrista o chavista?

EL CAN CILLER – He venido a esta Cuba del más allá, para cumplir una misión diabólica que me ha encomendado, desde su lecho de enfermo, el Comandante en Jefe.

EL CANCERBERO – (Intrigado) ¿Cuál es esa tenebrosa y satánica misión?

EL CAN CILLER – La misión diabólica que me ha ordenado cumplir el Comandante en Jefe sólo la puede conocer el mismísimo Belcebú en persona o espectro.

(Suena un timbre. El Can Cerbero coge un teléfono celular, que no es otra cosa que el cráneo vacío de un ser humano, y se lo coloca en una de sus puntiagudas siniestras orejas).

EL CAN CERBERO - ¡Sí, a sus órdenes señor Demonio! ¡Ordene usted lo que sea, cuando sea, como sea y para lo que sea! Satanás en Jefe, su Can Cerbero le informa que a esta puerta, la que da entrada o salida a sus tétricos dominios, no ha llegado nadie que se llame Fidel Castro. ¿Me dice que usted lo está esperando desde hace más de un año?...Sí. Sí. Sí… Por supuesto, señor Maligno. Tan pronto llegue ese individuo por aquí lo llamo a usted por nuestra línea directa, al número 666 666 666 666 666 y se lo comunico… Quién ha llegado, jefe, es uno que dice ser el perro de ese señor Castro y de un tal Chávez. ¡Es un tipo insolente y engreído! ¡Se cree más perro que yo y solo tiene una cabeza!... Eso sí: ¡tiene un cabezón tremendo! Dice que trae, para dársela a conocer a usted personalmente o en espectro, una misión diabólica que le ha encargado ese tal Comandante en Jefe… Lo que usted ordene, Su Majestad de las Tinieblas y los Horrores del Más Acá!... Sí. Sí. Sí… Permitiré a este presuntuoso, prepotente y usurpador can que pase al interior del Reino de los Abismos Infernales, sólo porque usted me lo ordena. ¡Ya estaba a punto de comérmelo con una de mis bocazas! – dirigiéndose a FEPERRO:

EL CAN CERBERO - ¡Entre usted, intruso! ¡Recuerde que le permito pasar a los Dominios Belcebucistas en contra de mi voluntad! ¡Lo hago porque me lo ordena imperiosamente mi jefe! ¡De lo contrario su alma, insolente perro sato, en este momento estaría siendo torturada in eternis! ¡Quítese de mi vista y no me dé más perro muerto!

EL CAN CILLER – ¡Nada del infierno me es ajeno! Recuerde que vengo de la Cuba de Fidel Castro, que es idéntico a decir, de la Cuba de Chávez o de la Cuba del siniestrísimo Satanás.

(FEPERRO hace su entrada en el infierno. En ese mismo instante, lejos de allí, en Nueva York, su otro yo, Felipe Pérez Roque, declara a la AFP):

FEPERRO - ¡Cuba está dispuesta a poner su bandera y soberanía a los pies de Lucifer!

(Según las noticias llegadas del Más Allá, cuando El CAN CILLER dijo la mencionada frase, en el infierno el Diablo puso en alerta de combate permanente a su infinito ejército de diablillos y diablillas).

SEGUNDO ACTO

(Un campo de fútbol donde dos equipos, uno llamado ‘Loa Ángeles Caídos’, que representa al Averno, integrado por once jóvenes diablillos, hijos de Satán, y un segundo conjunto llamado ‘Sátrapas Luciferinos’, compuesto, entre otros jugadores, por Hitler, Stalin, Mao, Trujillo, Somoza y Mussollini se disputan la semifinal de la Champion League Mefistofélica 2007. Como balón utilizan la cabeza de un ser humano recién llegado a las Tinieblas. Satán, presidente de ‘Los Ángeles Caídos’, le hace un comentario a Al Capone, entrenador de su equipo)

EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS – Ya tengo casi resuelto el fichaje de Fidel Castro para la próxima temporada. Pronto lo tendré en mi conjunto. ¡Será el mejor cancerbero de todos los tiempos de la historia del fútbol infernal!

Al CAPONE – Pero eso provocará una violenta reacción en nuestro cancerbero tradicional. ¡Se pondrá furioso al ver que un espectro con barbas le quita su puesto de portero oficial de nuestro equipo!

EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS – No te preocupes por ese perro sarnoso. Es un equivocado, un inútil, un tonto de capirote. ¡Vaya, que en España lo llamarían gilipollas o pringao, y en Cuba, comebola, comecatibía, comegofio, comequeque, comejaiba, cometrapo, comefana, come otra cosa que por respeto a mi principesco título nobiliario no digo, gil, sanaco, zonzo, guacarnaco, guanajo, zanguango, ñongo, primo, verraco, faina o Bobo de la Yuca! Es un engreído: ¡porque tiene cien cabezas se cree el mejor portero del Infierno! ¡¡Castro es mejor que él porque durante cincuenta años nadie, absolutamente nadie, ni muerto ni vivo ni moribundo, ha podido salir ni entrar a Cuba sin su autorización!! ¡¡Nadie le ha podido colar un gol!! En mi tenebroso reino, como tú sabes, al Can Cerbero se le han colado en cinco ocasiones. Por lo tanto, a lo largo del tiempo, le han hecho cinco goles fantásticos e imperdonables.

AL CAPONE – Es cierto, Je4e. Recuerdo que Orfeo usó su música para calmarle y dormirle y así entrar en nuestros dominios abismales.

EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS- ¡Cada vez que me acuerdo que Hermes logró dormirle usando agua del río Lete, me pongo furioso y me dan ganas de mandarlo al infierno, por no decir al carajo! ¡Si al menos lo hubiera dormido con las nauseabundas e infecciosas aguas del río Quibú, en Marianao, La Habana! Te lo digo a ti que eres el técnico de mi equipo y mi guardaespaldas: A no ser por los impagables servicios que me ha prestado durante tantos milenios como portero, que son muchos más de los que le ha prestado Iker Casillas al Real Madrid, o el feroz y temible Oliver Khan al Bayern Munich, no esperaba ni siquiera la inminente llegada de Fidel Castro, ¡lo tiraba ahora mismo, con sus cien cabezas, en la paila hirviente!

AL CAPONE - ¡Nunca olvidaré que el hijo de la diosa Afrodita y de un primo de Príamo, Eneas, el más valiente de los troyanos después de héctor.peraza.linares@hotmail.com, le adormeció dándole a comer hierbas soporíferas, conocidas como marihuanas, y tortas de miel con droga, en concreto, con heroína, cocaína y opio! ¡Nuestro Can Cerbero es un drogadicto empedernido! ¡A un portero que se chuta cualquiera le chuta un gol, jefe!

EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS - ¡Hasta la hermosa y tonta Psique lo engañó con los mismos artilugios empleados por Eneas!

AL CAPONE - ¡Y no olvidemos, jefe, que Hércules concluyó sus doce trabajos venciéndolo en singular combate!

EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS – Estoy seguro de que si Hércules intenta hacer lo mismo a Fidel Castro cuando éste sea nuestro Can Cerbero, seguro que el Comandante le mete un discurso de cien o doscientos años de duración y, al final de sus palabras, el más fuerte de los mortales caerá rendido de sueño y no podrá cumplir el décimosegundo trabajo que, como castigo, le impuso Euristeo: capturar a mi Can Cerbero.

(Ambos sienten un ruido no conocido en el Averno. Al Capone empuña en el acto su escopeta recortada de seis cañones y le cubre las espaldas a Satán. Con voz de ultratumba del Chicago de los años cuarenta, el guardaespaldas de Lucifer y entrenador de ‘Los Ángeles Caídos’, grita a todo pulmón):

AL CAPONE - ¡El centinela alerta está! ¿Quién demonios anda por ahí?

(Silencio sepulcral. Los futbolistas de ‘Los Ángeles Caídos’ y de ‘Sátrapas Luciferinos’ se quedan petrificados al escuchar la frase pronunciada por el mafioso transformado en entrenador de fútbol y en principal escolta del Príncipe de las Tinieblas. Mussollini, delantero de ‘Sátrapas Luciferinos’, dándose un chutazo de marihuana, de una patada lanza fuera del terreno la cabeza con la que se disputa el encuentro. El juego se detiene. Nadie se mueve ni en el campo ni en las gradas, donde millones de criminales, sádicos, torturadores y tiranos de todas las épocas de la historia humana contemplan el infernal encuentro).

AL CAPONE - ¡Alto o disparo!

TERCER ACTO

(Aparece, en el sitio donde se encuentran EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS Y AL CAPONE, EL CAN CILLER FEPERRO. Porta en su cabeza el escudo de la nación cubana, a título de sombrero, para cubrirse de las cenizas que caen de las múltiples y constantes erupciones volcánicas, y de los escupitajos que sueltan, desde las gradas del stádiun de fútbol, los millones de siniestros fanáticos. Una de las tres franjas azules de la enseña nacional cubana, la lleva en el cuello como corbata. De su mano derecha cuelga una jaula en la que está encerrado un tocororo, que está a punto de morir porque no puede vivir en cautiverio).

EL CAN CILLER - ¡No disparen! ¡Soy el Can Ciller FEPERRO a quien Fidel Castro le ha encargado una diabólica misión!

AL CAPONE - ¡Pase con las manos en alto para ser identificado! ¡No haga ningún movimiento sospechoso porque le meto quinientos plomos en el cuerpo!

(FEPERRO se acerca a Al Capone, el cual lo cachea de arriba abajo)

AL CAPONE – (Termina de revisar a FEPERRO) - ¡Limpio! – exclama. El partido entre ‘Los Ángeles Caídos’ y ‘Sátrapas Luciferinos’ se reanuda. Es entonces cuando Satán, saliendo de las tinieblas, se presenta ante el Can de Castro… o de Chávez…

(FEPERRO, hincado de rodillas, besa, uno por uno, los dedos de los pies a Lucifer. Desde el suelo, gira la cabeza hacia arriba)

EL CAN CILLER - ¡Qué bien le huelen a usted, diabólica excelencia, los dedos de los pies! ¡Tienen el mismo tufillo que los ilustres pesuños de Chávez!

EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS – (Muy molesto, porque la inesperada visita no le permite seguir el desarrollo del juego) ¡Déjese de guataquerías conmigo que no las necesito! ¡Dígame cuál es la misión diabólica que le encargó mi homólogo en la Tierra!

EL CAN CILLER – (Acercando a Satán la jaula en la que está cautivo el tocororo) Antes de responder a su pregunta, terrorífica y admiradísima infernal majestad, permítame entregarle esta rara avis, de plumas azules, blancas y rojas, como los colores de la bandera cubana. Es un obsequio que le envía mi Comandante en Jefe, Fidel Castro.

(Por los altavoces anuncian que Hitler acaba meter un gol de penalty. Lucifer se encoleriza al escuchar la noticia)

EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS – (Dirigiéndose, furibundo, a FEPERRO) ¡Por su culpa los ‘Sátrapas Luciferinos’ nos acaban de meter un gol!. ¡Hágame el favor de marcharse antes de que llame al Can Cerbero para que lo fulmine a usted de cien mordidas! ¡Llévese ese pájaro de aquí que en el infierno, por si no lo sabe usted ni lo sabe su jefe, no puede haber ningún ser puro! ¡Y esa ave simboliza la pureza de pensamiento, acción y espíritu! ¡Esa ave, estúpido, es mi enemiga! ¡Ese bicho acabaría con el infierno y conmigo!

EL CAN CILLER – (Tembloroso y balbuceante) Perdón, eminencia de las oscuridades. Perdón, mi señor Mefisto. Perdón. Permítame comunicarle que mi jefe también le envía de regalo la bandera cubana.

(Un locutor grita: ¡GOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOLLLLLLLLLLL! Es Mao quien acaba de anotar el segundo gol de ‘Sátrapas Luciferinos’, que con esa anotación se pone a dos goles por encima de ‘Los Ángeles Caidos’. Faltan tres minutos para que termine el partido).

EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS – (Enloquecido, dando patadas en las tormentosas y relampagueantes nubes, como si chutara las cabezas de invisibles enemigos) ¡Imbécil! ¡Acábese de ir de aquí! ¡Usted y su jefe me van a volver loco! ¡Mi equipo va a perder por culpa suya la Champion League Mefistofélica del presente año! Además, ya le dije que mi reino es el reino de lo impuro, ¡y no hay nada más puro en la Tierra que la bandera cubana!

(Anotan un gol los integrantes del equipo que dirige Al Capone)

EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS – (Después de reflexionar durante largo tiempo) ¡Ahora comprendo por qué su jefe me envía de regalo el pájaro de los tres colores de la bandera cubana y la bandera cubana de los tres colores del pájaro! ¡Su jefe quiere que la pureza acabe conmigo! ¡Él sabe muy bien que lo único que puede matarme es, precisamente, esa repugnante cosa: la pureza! ¡La pureza es para mí como la kriptonita para Supermán, la calvicie para Sansón, o la verdad para Castro! ¡Quiere que yo muera para, inmediatamente, emprender su viaje hacia mis dominios y, mediante un Golpe de Estado, coronarse Comandante en Jefe del Infierno! ¡Es por ese motivo que puse en alerta de combate permanente a mis ejércitos de diablillos y diablillas! ¡No olvide que el Diablo sabe más por viejo que por Diablo! ¡Y a veces sabe más por Diablo que por viejo!

EL CAN CILLER – Disculpe usted, iracundo, sombrío, misterioso y lugubrísimo soberano…, pero está usted en un error…

EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS – (Interrumpiéndole) - ¡Miente usted, perro chavista-castrista! ¡Él quiere morir cuanto antes para heredar mis dominios!

EL CAN CILLER – Permítame, le ruego, tenebrosísima autoridad súmmum de la maldad suprema, transmitirle la diabólica misión que mi jefe me ha encomendado. Mi Comandante en Jefe no aspira a tumbarlo a usted del caballo. Se trata de otra cosa.

EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS - ¡Pues dígame rápidamente de qué se trata esa diabólica misión porque ya estoy perdiendo la paciencia, y mi equipo está perdiendo el partido! ¡Y quite de mi presencia al pájaro y la bandera!

(Obediente, FEPERRO, le abre la puerta de la jaula al tocororo. Al darse cuenta que está fuera del calabozo, el ave recupera, como por arte de magia, sus fuerzas. Sin pensarlo dos veces toma por el pico el triángulo, la estrella solitaria, las tres franjas azules y las dos blancas de la enseña cubana, y el escudo cubano, que yacen a los pies del diablo. A continuación emprende raudo vuelo. En pocos segundos sobrevuela la puerta que da entrada y salida al Averno. El Can Cerbero le ladra y le tira cien mordidas. El tocororo logra escapar en el tiempo, hacia el siglo XIX, rumbo a la manigua redentora cubana. Se oye, fuera de los Abismos infernales, a un coro celestial que canta, desde las prisiones castristas, el Himno Nacional Cubano. Una de esas voces sale, casi moribunda, de la cárcel Combinado de Guantánamo: quien casi a punto de morir le canta al tocororo, desde ese infernal presidio, es el disidente Nelson Aguiar Ramírez).

(‘Los Ángeles Caídos’ se apuntan un segundo gol a su favor. Instantes después concluye el tétrico encuentro futbolista. El juego termina con empate, dos a dos, entre ambos equipos. Se anuncia el próximo partido, que será el último y definitivo de la Champion League Mefistofélica 2007. Satán respira aliviado. Sonríe socarronamente. Él sabe muy bien que en el próximo encuentro, el cual ha de celebrarse en fecha muy próxima, los ‘Sátrapas Luciferinos’ no podrán anotarle ni un solo gol).

EL PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS – (En un monólogo mientras sale del palco futbolero y se retira a sus satánicos aposentos) ¡En ese decisivo partido mi cancerbero será Fidel Castro!

El CAN CILLER se marcha del infierno con el rabo entre las piernas.


Autor: Héctor Peraza Linares
Periodista, escritor humorista,
Ex preso político cubano exiliado en España.
http://www.hectorperaza.blogspot.com
hector.peraza.linares@hotmail.com