viernes, 29 de octubre de 2010

DIARIO DE UN LOCARIO (1)

Autor: Héctor Peraza Linares
hector.peraza.linares@hotmail.com
hectorperaza.blogspot.com
Madrid, miércoles 27 de octubre de 2010

Ana Frank escribió un diario en una buhardilla escondida de las SS hitlerianas. Yo haré algo más meritorio: a partir de hoy escribiré un diario escondido de Raúl, que es peor que Hitler, ¡y peor que yo! Por la mañana lo primero que hice fue cumplir con mi deber revolucionario, patriótico y marxista-leninista de contemplar durante un par de horas las fotos, en bikinis y en hilos dentales, de la Paris Hilton. ¡Qué maravilla! ¡Esa muchacha y yo hacemos una pareja perfecta! Cuba, cuando ella y yo nos casemos, se convertirá en la tercera potencia mundial después del imperio y de China. La Patria me exige grandes sacrificios. ¡Qué a nadie le quepa duda de que los llevaré a cabo sin rechistar! Cuando estaba más embullao viendo las fotos ¡Pan! Una llamada de Chavez. Total, pa hablarme cáscara de piña. ¡Qué clase de animal! ¡Me rompió la magia! Le dije que me llamara más tarde que necesitaba terminar una riflexión. Colgó. Cogí de nuevo las fotos y ¡Tran! Llega Raúl. Cuando lo veo venir guardo las fotos bajo la sábana, porque él no quiere de ninguna manera que me case con la Trini. Él quiere casarme con Isabel, la reina de Inglaterra. ¡Primero muerto que verme casao con Su Majestad! ¡Solavaya! ¡Pa viejo, yo! ¡Yo lo que quiero es matrimoniarme con la Paris! La Patria lo necesita. Je je je, Paris y Patria comienzan por Pa. ¡Raúl me dice Papá! ¡Si él fuera un gitano español me diría Papa! La Paris me va a decir Papi. Papirrico. Papichuli. ¡Y Tengo que sacrificarme por el pueblo! Raúl me habla de cosas que pa mi no tienen ninguna importancia, como eso de que va a tirar pa la calle a un millón de trabajadores, y que va a autorizar a los carros tiraos por chivos, y de que está preparando los antidisturbios con los conocimientos que han traido los oficiales que ha enviado a China, y que Biscet y otros presos políticos no aceptan que los desterremos ni a España ni a ningún país. Él me hablaba de todas esas cosas y yo lo que hacía, por debajo de la sábana, era acariciar las fotos de la Paris. ¡Qué me importa a mí si bota del trabajo a un millón de gente o a to el mundo! ¡Qué me importan los chivos, ni si mañana hay una manifestación contrarrevolucionaria de dos millones o tres de personas y las mata a todas a bombazos, ni si Biscet se va o si se queda! ¡¡¡¡¡¡A mí lo que importa es la Paris, coñoooo!!!!! Parece que grité cuando ya su perorata me tenía muy jodío. Raúl dio un brinco, asustao. Me preguntó: ¿Qué dices? Sí, chico. Le contesté. ¡A mí lo que me importa es la Paris! Vete por ahí con tu candanga que ya yo no soy presidente ni un carajo. ¡Si tú sabes bien que cuando era yo el que dirigía aquí a mí esas cosas me importaban tres pepinos. Ahora, requetemenos. Raúl se encabronó y se fue. ¡La verdad es que cuando veo la cara de Biscet me parece que estoy viendo la de Maceo! ¿Será Maceo? ¡Qué buenos puros me fumaba yo cuando estaba preso en Isla de Pinos! ¡Qué café más rico me colaba yo mismo en la celda! ¡Qué espaguetis me cocinaba! ¡Qué banquetes me daba allí! ¡A Biscet y a los otros políticos los tengo comiendo sopa con gorgojo! Fui a sacar las fotos y en eso ¡Triquitín! Llega la enfermera pa inyectarme en una nalga. ¡Me cago en diez, coño! Le dije que se fuera pa la puñeta. Sí, porque, si se tratara de una jovencita ¡otro gallo cantaría! ¡Yo no sé quien coño me mandó a esa vieja! ¡Debe haber sido Bush cuando era presidente! Tiene casi ochenta años. Dice Raúl que no me pone una titi porque me voy a calentar, y eso me puede producir un infarto. ¡Qué me muera, chico! ¡Qué me muera! Pero que sea en manos de una titi. ¡Apaga y vámonos! ¡Soy un titimaniaco! ¡Mi verdadera enfermedad es la titimanía! Metí la cabeza debajo de la sábana y le dije en un susurro a la Paris: quédate aquí, no te pongas celosa, que luego sigo contigo. Me levanté. La Paris se quedó durmiendo. Escribí una larga riflexión que titulé ¡La Tercera Guerra Mundial y el ombligo de la Paris! Me duele to el cuerpo. Por la tarde hablé con Mao. La gente no sabe que yo tengo poderes pa hablar con los muertos. Mao me dijo: Filé yo sabo que tú ta namolao de Pali Ilton y que tú plonto, mu prontito va casal con dlogadita Pali Ilton. Pelo tu no sabo que Penelope Clú ta namolá de ti. Chinito Mao lo sabo polque a chinito Mao guta mucho la Penélope Clú. Mao se fue del aire y entró a conversar conmigo el Caballero de Paris. Me advirtió, el muy condenao, que no me haga ilusiones con ser el emperador del mundo, que el emperador del mundo es él. Entramos en una fuerte discusión ¡porque no estoy dispuesto a que nadie me quite ese cargo! ¡Y nos fuimos a las manos! Comencé a golpearlo. El Caballero me tiraba latas vacías, pedazos de pizzas, trozos de pan y todo tipo de basuras. En eso llegó la veterana, quiero decir, la enfermera, y me ató las manos a la cama. No tenía forma de sacar las fotos de debajo de la sábana. Al cabo de un rato engañé a la veterana y le dije que necesitaba ir al baño. Ella me dijo: pero cuidadito con volverse a fajar con el Caballero de Paris, ¡mire que él es el emperador del mundo! Me entró otro ataque de furia. Comencé a dar patadas en el aire. La veterana, auxiliada por otras dos ocambas enfermeras, me ató las patas también a la cama. En eso llegó Evo montado en un burro. Pa no tener que hablar con ese socotroco me hice el dormío. Evo, sin bajarse del burro, me desató. Cuando me vi libre le di las gracias y le pedí prestado el burro. Le clavé las espuelas al asno y salí al galope del hospital con las fotos de la Paris en un bolsillo del pijama. Tenía ganas de tomarme un guarapo. Llegué a un pueblo. Antes me afeité la barba. Nadie me reconoció. Me acerqué a un letrero que decía guarapera. El dependiente me dijo que hacía cincuenta y un año que allí no había guarapo. El burro se me había escapao y se había regresao a Bolivia. Tuve que volver al hospital andando. Raúl, Chávez y Evo me estaban esperando a la entrada del hospital. Los tres estaban borrachos. No se dieron cuenta de mi llegada. Me subí en la cama. La veterana estaba roncando. ¡Al fin pude sacar y mirar hasta quedarme dormido las fotos en bikinis e hilos dentales de la Paris!

Nota del autor: Autorizo reproducción siempre que aparezca mi autoría, blog y email.

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