jueves, 29 de abril de 2010

¡VIVE FARIÑAS!


Autor: Héctor Peraza Linares
Madrid, madrugada del 31 de marzo de 2010

Raúl: ¡Anoche tuve una terrible pesadilla!

Fidel: ¿Qué fue?

Raúl: ¡Soñé que una multitud de cubanos nos quería ajusticiar!

Fidel: ¡A nosotros nadie nos ha podido, nos puede ni nos podrá ajusticiar! ¡Nosotros sí hemos podido, podemos y podremos liquidar a todo el que nos dé la gana!

Raúl: ¿Cómo hicimos con Pedro Luis Boitel, con los niños y los hombres y mujeres del Remolcador Trece de Marzo, y con Orlando Zapata Tamayo?

Fidel: ¡Exacto!

Raúl: ¿Cómo hicimos con Camilo?

Fidel: ¡Exacto! Bueno, sigue contándome tu pesadilla, ¡porque la lista de los que hemos liquidado no la brinca ni un chivo!

Raúl: El caso es que, cuando estaban a punto de mandarnos al reparto bocarriba, se me apareció el fantasma de Ceausescu, ¡y me sacó del apuro!

Fidel: ¿Ceausescu nos salvó la vida?

Raúl: ¡Equelecuá!

Fidel: ¿Cómo fue que el Jefe Invicto de los Cárpatos, el Infalible e Invencible, al igual que yo, Gran Conductor del Pueblo Rumano, nos salvó la vida?

Raúl: ¡La verdad es que yo pensaba que nos iban a llevar al paredón!

Fidel: ¿Y no nos llevaron?

Raúl: ¡No! ¡Por suerte!

Fidel: Te lo acabo de decir, compadre: ¡A nosotros, jamás de los jamases, nadie nos podrá llevar al paredón!

Raúl: No fuimos ajusticiados gracias a lo que me susurró al oído el Gran Camarada Ceausescu.

Fidel: ¿Qué te susurró?

Raúl: Que si yo hacía lo que él no había hecho la noche del 25 de diciembre de 1989, fecha en la que él y Elena fueron ajusticiados, nos libraríamos de la muerte.

Fidel: Chico, y ¿qué fue lo que te susurró que hicieras?

Raúl: ¡Qué me despertara!

Fidel: Y tú ¿qué hiciste?

Raúl: ¡Me desperté!

Fidel: ¿O sea que, Ceausescu, murió porque no se despertó?

Raúl: Eso fue lo que me susurró al oído.

Fidel: ¡Se me acaba de ocurrir la idea más genial que ha tenido ningún ser humano en la historia de la humanidad!

Raúl: ¡Dímela, por favor, mi hermano!

Fidel: ¡Acabo de descubrir lo que el hombre siempre ha buscado en este mundo!

Raúl: ¿Qué cosa?

Fidel: ¡¡¡La inmortalidad!!!

Raúl: ¿No nos moriremos nunca ni tú ni yo?

Fidel: ¡¡¡¡¡¡Para el bienestar, y la felicidad de los cubanos!!!!!!

Raúl: Ya, ya, ya. Te entiendo, hermano. Tú genial idea es que no nos moriremos nunca, porque cuando estemos a punto de estirar la pata, tal y como me susurró Ceausescu, lo único que tendremos que hacer será despertarnos.

Fidel: ¡Exacto!

Raúl: ¿O sea que seremos los únicos seres inmortales en este mundo?

Fidel: Bueno, podemos incluir a Chávez.

Raúl: Y al chinito Hi Juntao.

Fidel: Y a Evo.

Raúl: Y a Zapatero…

Fidel: No, mejor a Moratinos…

Raúl: ¡Eres un genio, como Aladino!

Fidel: ¡Acabo de inventar la Piedra Filosofal que durante siglos buscaron los alquimistas!

Raúl: ¡Genialísimo y Generalísimo como Franco!

Fidel: ¡He descubierto la Fuente de la Juventud que le costó morir de un flechazo, en América, al intrépido, igual que yo, Ponce de León!

Raúl: ¡Eres el mejor!

Fidel: ¡Soy el creador y Comandante en Jefe de la Panacea Universal!

Raúl: ¡Eres mil veces más grande que Galileo, Newton, Edison, Einstein, y que el habanero inventor del Chicharrón de Viento y del Chispetrén!

Fidel: Si Matusalén vivió novecientos sesenta y nueve años, ¡nosotros viviremos miles de millones de años, hasta que el mundo se acabe!

Raúl: ¡Hasta el fin del mundo!

Fidel: ¡Voy a poner en práctica inmediatamente el todopoderoso poder que me da nuestra Piedra Filosofal!

Raúl: ¡Cómo?

Fidel: ¡Dame acá tu pistola!

Raúl: ¿Qué? ¿Para qué quieres mi pistola?

Fidel: ¡Dámela, y no preguntes!

Raúl: (pone en manos de Fidel su Makarof) Y, ahora, ¿qué vas a hacer con ella?

Fidel: Te daré un tiro en la cabeza, y, acto seguido, me daré otro en la mía.

Raúl: ¡Qué dices! ¡Te has vuelto loco!

Fidel: No te preocupes. Mi Panacea Universal no nos dejará morir. ¡Le demostraremos al mundo que somos inmortales, como los dioses!

Raúl: ¿Cómo Baco, el Dios de los curdas y del Chispetrén?

Fidel: ¡Exacto! Convoca al pueblo a la Plaza de la Revolución y, allí, delante de los medios de comunicación del mundo entero, llevaré a cabo mi mesiánico plan.

Raúl cumple con la orden que le da su hermano. Fidel, con la pistola de Raúl en la mano, le dice a la multitud:

Fidel: Pueblo cubano: Voy a demostrarles a ustedes, y al mundo, que Raúl y yo somos inmortales. Primero mataré de un disparo a Raúl, y, después, me mataré yo con otro fogonazo.

Fidel apunta a la cabeza de Raúl, y, cuando va a apretar el gatillo, el público, a coro, grita:

¡Viva Fariñas!

Fidel mata a Raúl, y, a continuación, creyendo que ambos iban a despertar en ese crucial instante, se suicida.

Pero, esa vez, ninguno de los dos despertó.

¡Inmediatamente fueron liberados los presos políticos!

Gracias a la Piedra Filosofal, tal como lo coreó el pueblo:

¡Vive Fariñas!

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