lunes, 21 de septiembre de 2009

SATIRA


Cuadro de " LOS BORRACHOS DE VELAZQUEZ"

¡VIVA EL PANFILISMO!

Autor: Héctor Peraza Linares
hector.peraza.linares@hotmail.com
Madrid, 20 de septiembre de 2009.


El siglo XVIII es conocido como el Siglo de las Luces.
En Cuba, la segunda mitad del siglo veinte, y la primera década del XXI, son conocidos como los Siglos de las Luces… apagadas).
Surgió el Panfilismo ¡Y se hizo la luz!

(Un descendiente del Caballero de París).


Una nueva doctrina etílico-artístico-filosófica recorre el mundo: el panfilismo, mezcla alcohólico-científica del impresionismo, el simbolismo, el modernismo, el positivismo, el cientifismo, el parlanchinismo, el curdismo, y el rompepechismo, también llamado chispetrenismo, gualfarinismo o matarratismo.

El filósofo alemán del siglo XIX, Arthur Schopenhauer, y el etílico cubano del 2009, Juan Carlos González Marcos, alias Pánfilo, tienen conceptos idénticos para definir la verdad. Ambos opinan, cada uno con su léxico particular, que el mundo visible es sólo apariencia, y únicamente adquiere relevancia cuando tomamos conciencia de que a través de él se expresa una, irrebatible, verdad.

Para el pensador alemán la realidad auténtica corresponde a un principio que denomina voluntad. Para el dipsómano habanero, la realidad auténtica corresponde a un principio que denomina jama, o lo que es igual, comida. “Lo que hace falta es jama, que estamos en candela, asere”, proclama el genial y alcoholimático Pánfilo.

No obstante, mientras Arthur Schopenhauer postula que el Hombre es capaz de controlar sus pasos por la vida si tiene la mente llena de ideas, Pánfilo, por su parte, asegura que el cubano no es capaz de controlar sus pasos por la vida porque tiene, desde hace cincuenta años, el estómago vacío.

Schopenhauer, ciñe su doctrina en la voluntad. Pánfilo, centra la suya en la jama.

Si profundizamos en ambos pensadores, llegamos a percatarnos de que entre las dos doctrinas hay un hilo conductor, pues no hay voluntad sin comida, ni tampoco comida sin voluntad. En Cuba se vertebran ambos criterios etílico-artístico-filosóficos, porque el régimen no le da al pueblo ni voluntad con comida ni comida con voluntad.

Entre las obras capitales del filósofo alemán, discípulo también de Aristóteles y de Spinosa, figura la titulada “Sobre la cuádruple raíz del principio de razón suficiente”, que le valió el título de Doctor por la universidad de Jena, situada en el centro-oeste de Alemania. Entre las obras capitales del beodo habanero, discípulo también del mofuco y el amansaguapo, figura la titulada “¡Hace falta comida, que hay tremenda hambre, asere!” que le valió, junto a otras obras monumentales de su autoría, ser condenado a dos años en el tanque o cárcel, no sabemos si ubicado en el centro, el sur, el norte, el este o el oeste de la capital cubana, por peligrosidad social predelictiva.

Si Alemania tiene en Schopenhauer a un pensador de cuyo talento se han nutrido Nietzsche, Freud, Thomas Mann, Proust, Bergson, y Jorge Luis Borges, entre otros, Cuba tiene en Pánfilo a un comunicador de cuyas verídicas, aunque curdas expresiones, se han nutrido, a través de internet, millones de internautas.

Existen, también, muchas similitudes entre Juan Carlos González Marcos y otro filósofo alemán: Immanuel Kant. Las enseñanzas de éste último se basan en el racionalismo. Las enseñanzas de Pánfilo se fundamentan en el jamaísmo. A la cimera obra kantiana: “Crítica de la razón pura”, el panfilismo opone esta joya etílico-filosófica: “¡Tremendo descaro con los viejos!”.

Cerca de la tumba de Kant se halla una placa con la siguiente inscripción: “Dos cosas colman el ánimo con una admiración y una veneración siempre renovadas y crecientes, cuanto más frecuente y continuadamente reflexionamos sobre ellas: el cielo estrellado sobre mí, y la ley moral dentro de mí”. El día que fallezca Pánfilo, junto a su tumba pondrán esta lápida: “Asere, dos cosas colman la paciencia siempre renovada del pueblo cubano, cuanto más frecuente y continuadamente riflexiono (como el Comandante) sobre ellas: la falta de jama que hay bajo el cielo cubano y sobre mí, y el picadillo de soya dentro de mí”.

En honor a la veracidad histórica, al contrario que Kant, que llevó una vida muy estricta y previsible, al extremo de que sus vecinos ponían los relojes en hora cuando daba sus paseos diarios por el parque de la ciudad donde residía, Pánfilo, lleva una vida que oscila entre la dipsomanía y la juma, al extremo de que los camarógrafos, cuando el fundador del Panfilismo estaba en libertad, ponían sus cámaras y micrófonos a funcionar tan pronto lo veían acercarse, zigzagueante, al parque Villalón, en el Vedado.

Es conocido históricamente que, en febrero de 1600, cuando los tribunales de la inquisición condenaron a Giordano Bruno a morir en la hoguera, éste dirigió a sus jueces la inmortal frase: “Tembláis más vosotros al anunciar esta sentencia que yo al recibirla”. En el pasado mes de agosto del actual año, al ser condenado a dos años de prisión por un tribunal revolucionario, dicen que Pánfilo le gritó al juez “Condenadme, no importa: ¡La jama me Absolverá!

Un periodista del New York Times, que recientemente entrevistara, en sus respectivas tumbas, a Giordano Bruno, Schopenhauer y a Kant, afirma que dichos filósofos, en solidaridad con su colega cubano, le piden a Raúl Castro que le dé inmediatamente la libertad. Según el periodista, en un comunicado conjunto, los inmortales pensadores le expresaron al sustituto del ex Comandante en Jefe: “Pánfilo y usted son hermanos, porque ambos son hijos del dios Baco”.

Informado de lo que acontece al alcoholístico idealista cubano, Galileo Galilei, ha vuelto a repetir, en el cuatrocientos aniversario de haber puesto en funcionamiento su trascendental telescopio, y en honor a la tragicómica petición de jama para el pueblo cubano hecha por el creador del Panfilismo, su tan conocida frase: “E pour, jamie, se muove” (Y sin embargo, la jama, se mueve).

En mi época juvenil, al igual que millones de cubanos, leí “Los Hombres de Panfilov”, del autor soviético Alexander Bek. Hoy pudiera escribirse una novela titulada: “Pánfilo, el Hombre del jamalov”.

Velásquez, el más grande de los pintores de todas las épocas, en la década del veinte del siglo XVII inmortalizó en su lienzo “Los Borrachos”, que desde 1819 se exhibe en el museo del Prado, en Madrid, a siete beodos de la calle, de rostros avejentados y desgastados, que rodean al dios Baco. El celebérrimo maestro del pincel, declaró al mencionado periodista del New York Times: “Pronto agregaré a mi famoso cuadro el avejentado y desgastado rostro de Pánfilo”.

Baco, que libera a los hombres de sus problemas mediante el vino, y que hace lo mismo con los cubanos mediante el chispetrén, desde el lienzo Los Borrachos alza su copa para brindar, y grita:

¡Viva el Panfilismo!

Asegura la filosofía popular que los niños, los locos y los borrachos siempre dicen la verdad.

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