jueves, 29 de abril de 2010

EL FANTASMA DE CEAUSESCU VUELA SOBRE LA HABANA


Autor: Héctor Peraza Linares
Madrid, 21 de marzo de 2010

La Habana es un hervidero de gente. En sus calles, parques y edificios sólo se escuchan gritos y consignas. Jóvenes soldados y oficiales disparan al aire sus pistolas y ametralladoras. El día más temido por Raúl ha llegado: el pueblo pide su cabeza y la de su hermano. Fidel, que ha perdido completamente el juicio, repite una y otra vez:

- ¡I’am not communist!

Raúl y Fidel están solos. Cientos de miles de personas rodean el edificio donde ambos se encuentran.

-Compañeros y compañeras – comienza a decirle Raúl a la enardecida muchedumbre – la revolución hoy es más fuerte que nunca… - los gritos de la multitud no le permiten continuar el discurso.

El representante de la muchedumbre allí congregada, se le acerca, y le espeta a la cara:

-¡Tú y Fidel son unos asesinos, y hoy los vamos a ajusticiar!

- ¡Viva Torquemada! – se oye decir a Fidel.

¡Mueran los Castro! – Grita la multitud.

¡Viva Margaret Thatcher! ¡Abajo el IRA! – proclama Fidel, desde su lecho de enfermo.

-¡Cállate Fidel! – Le ordena Raúl.

Fidel, que en su letargo no escucha a Raúl, chilla:

- ¡Viva la inquisición!

Raúl llora y le suplica, arrodillado, al enardecido gentío:

-¡Tengan piedad de nosotros, que somos dos ancianitos!

- ¡Tiemblen los tiranos ante hombres que son capaces de morir por sus ideas! proclama Fidel, apuntando con el dedo índice de su mano derecha hacia el techo. Acto seguido pregunta: - ¿Voy bien, Camilo?

Al escucharlo, Raúl, indignado, le grita:

- ¡No menciones a ese tipo, que tú me ordenaste que lo matara!

- ¡Vivan Camilo y Hubert Matos! – manifiesta Fidel, mientras trata de sentarse en la cama.

El representante del pueblo allí reunido, ya no es un hombre. Es una mujer vestida de blanco, que porta una flor en una de sus manos. La mujer se le acerca. Raúl confunde la flor con una ametralladora. La Dama de Blanco le apunta al pecho con la flor, y le exige la libertad de los presos de conciencia.

Raúl le ruega:

- ¡No dispare! ¡Le prometo que ahora mismo voy a liberar a todos los presos políticos!

- ¡Abajo Chávez! ¡Viva Bush! – Vocifera Fidel, mirando fijamente a la Dama de Blanco.

En ese momento aparece en escena el fantasma de Nicolae Ceausescu, con el cuerpo ensangrentado de pies a cabeza. El ex dictador de Rumanía, bamboleándose, se acerca a Raúl, y le susurra al oído:

- No te preocupes. Ni tú ni Fidel morirán, por ahora, porque tú puedes hacer lo que no pude realizar yo cuando soldados del pueblo rumano nos ajusticiaron, a tiros, a Elena y a mí, el 25 de diciembre de 1989.

La Dama de Blanco vocea un nombre, que corea repetidas veces la multitud:

¡Viva Orlando Zapata Tamayo!

¡Viva Hitler! – Brama Fidel.

Raúl, tranquilizado por lo que puede hacer que no pudo llevar a cabo Ceausescu, deja de llorar. Ríe socarronamente, se da un trago de ron, y les manifiesta, recuperando su tono autoritario, al representante del pueblo y a la Dama de Blanco:

- Ja-ja-ja, bien aconsejado por el camarada Ceausescu, voy a urdir algo que les impedirá ajusticiarnos a Fidel y a mí, y que me permitirá mantener en las cárceles a los presos políticos.

- ¿Qué? – le preguntan la Dama de Blanco y el representante del pueblo cubano.

- Despertarme – les responde Raúl.

Y, tras un largo ronquido, se despierta.

miércoles, 3 de marzo de 2010

LA OBRA INMORTAL DE ZAPATA






Autor: Héctor Peraza Linares
hector.peraza.linares@hotmail.com
Madrid, 5 de marzo de 2010

El socialismo es utopía; el obrero, praxis. El primero es sinónimo de falacia, el segundo de autenticidad. El obrero nació primero que el socialismo.

Orlando Zapata Tamayo, el prisionero de conciencia cubano que el 23 de febrero falleciera después de 85 días en huelga de hambre, en reclamo al régimen castrista de un trato justo y humano para él y para el resto de los 200 presos políticos que hay en Cuba, tenía como oficio la albañilería y la fontanería, y, como profesión, la lucha por la libertad del pueblo que le vio nacer.

Fue un obrero de la libertad.

En términos marxistas sus manos constituían sus medios de producción. No poseía fábricas, tierras, mansiones, empresas, medios de transporte (a no ser una destartalada bicicleta), ni ordenadores, teléfonos móviles, euros ni dólares. Fue propietario, eso sí, de una gran dignidad, de una inconmensurable valentía, de un gran amor a su pueblo y a los Derechos Humanos.

Orlando Zapata Tamayo, amaba tanto la vida, que murió por defender el derecho de los ciudadanos de la isla a vivir en libertad. Ya lo dice el Himno Nacional cubano: “No temáis una muerte gloriosa/que morir por la Patria es vivir”.

Zapata Tamayo vive, porque su martirio da vida y renovadas fuerzas a los once millones de cubanos que habitan dentro de la isla, así como a los casi tres millones de la diáspora, en su irrenunciable lucha por alcanzar la libertad y la democracia. Su muerte es un aldabonazo en la conciencia del pueblo cubano y del mundo libre.

Desde el punto de vista marxista, Orlando Zapata, no fue burgués, millonario ni explotador. Fue, simplemente, un obrero, un hombre que vivía del sudor de sus manos y de su frente, que trabajaba, como albañil-fontanero, en la tierra gobernada por la burguesía no prevista por Carlos Marx ni por Federico Engels: la comunista-castrista. Burguesía de nuevo cuño que desde hace 51 años explota el sudor, la sangre, y el sin pan con terror en que malvive la inteligente, simpática, valerosa, hospitalaria, noble y risueña población cubana.

Los dirigentes comunistas cubanos, encabezados ahora por Raúl Castro, se dicen defensores de los derechos de los obreros… Orlando Zapata Tamayo, el humilde albañil de Banes, murió a consecuencia de las torturas que sufrió en las cárceles cubanas de manos de los esbirros del régimen comunista de los hermanos Castro, los más antiguos defensores y practicantes, en el mundo, de las quiméricas teorías del autor de El Capital.

¿Qué diría Marx si resucitara hoy y conociera el calvario que tuvo que sufrir el obrero, albañil-fontanero, Orlando Zapata Tamayo? Lo más probable, cabe suponer, es que tirara al fuego sus Obras Completas, y volviera, furioso y decepcionado, a su tumba en el londinense cementerio de Highgate, no sin antes haber pedido perdón a la humanidad, y, en particular, al pueblo cubano, por el hecho de que sus teorías económio-filosóficas hayan propiciado la existencia de engendros totalitarios tan siniestros y perversos como el de los hermanos Castro.

El cuerpo de Orlando, fuerte y resistente por el ejercicio diario con ladrillos, bloques, palas, picos, piedras y con sacos de cemento, resistió innumerables torturas físicas y varias huelgas de hambre. Parece que los tiranos decidieron acabar con su vida porque en algún momento pensaron que era un ser inmortal.

Se equivocaron los tiranos. Vivo, no era inmortal. Muerto, sí lo es.

A partir del 23 de febrero el fantasma de Zapata persigue, sin tregua ni descanso, cada vez con más fuerza y universalidad, a los Castro y su opresivo sistema.

Ni el más marxista de los marxistas puede negar que Orlando Zapata Tamayo era un obrero genuino para quien, supuestamente, se hizo la llamada Revolución cubana. Revolución que ha llevado a cumplir prisión, en las más de trescientas cárceles surgidas después de 1959 en “La Perla de las Antillas”, a más de medio millón de cubanos.

Intelectuales, políticos, científicos, artistas (incluyo al actor Willy Toledo que ha tenido la desfachatez de llamar terrorista a Zapata), y ciudadanos de la izquierda española: pregúntense si los gobernantes comunistas cubanos en realidad defienden los intereses de los que Marx llamaba proletarios. ¿Cómo es posible entonces que torturen hasta la muerte a un descendiente de aquellos obreros que propiciaron las primeras luchas a muerte contra sus “explotadores”, allá por el siglo XVIII? Pregúntense: ¿Qué crimen cometió Orlando, por ejemplo, para que la dictadura castrista le impidiera, criminal y sádicamente, tomar agua durante casi veinte días, hecho que le produjo una irreversible enfermedad renal?

¿Quiénes son los terroristas en Cuba, señor Toledo? ¿Zapata y los que piensan y actúan como él, o los Castro y sus esbirros? ¿Sabe usted que Fidel Castro, en la prisión de Isla de Pinos, nunca fue golpeado, se cocinaba a su gusto su propia comida, y no hubo un solo día en que no se fumara varios de los mejores puros que se fabricaban en Cuba en aquella época? Para Zapata, la prisión fue un calvario. Para Castro, unas vacaciones turísticas. ¡Y Orlando no asaltó un cuartel!

Zapata Tamayo era de la raza negra. ¿Acaso los Castro, señor Willy Toledo, no se ufanan de haber acabado con el racismo en Cuba? Cabe preguntarse: ¿Lo matan por ser un opositor al régimen, o por ser un individuo de la raza negra que se opone al régimen? Los Castro no son ciegos.

Ellos saben que en Cuba la oposición no tiene color. “Crisol de cubanía”, llama Fernando Ortiz al mestizaje en la isla. Entre los miles de opositores los hay blancos, mulatos, negros y hasta descendientes de chinos. Los opositores entre sí se llaman hermanos.

La madre es la Patria, blanca, mulata y negra, esclavizada. José Martí Pérez, el Apóstol de la independencia de Cuba, lo fijó: “Hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro. Cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro”.

Orlando, además de obrero, era oriental. Los Castro consideran a esa zona del país como su santuario. ¡Y le temen a los orientales! ¿Lo matan por ser un opositor al régimen, o por ser un ciudadano de la región oriental, históricamente la más rebelde de Cuba, que se opone al régimen?

Orlando tenía 42 años. Nació cuando los Castro llevaban ocho en el poder. ¿Acaso su edad escolar la pasó en escuelas norteamericanas? No, señor Toledo. Los cursó en Cuba. ¿Creció viendo canales de televisión norteamericanos, o leyendo el Nuevo Herald de Miami, o el periódico El ABC de España? No. Se crió viendo películas y dibujos animados soviéticos, que los niños cubanos de esa época llamaban “muñequitos de palo”, porque eran abominables y aburridísimos

. Su adolescencia, juventud y adultez la tuvo obligatoriamente que pasar escuchando, o viendo, noticieros en los que, desde hace más de medio siglo, sólo salen las noticias o reportajes que hablan en favor de la dictadura y ensalzan el Culto a la Personalidad de los dos sátrapas o, que hacen críticas referencias, con acidez y odio permanente, a los Estados Unidos de Norteamérica y a los países desarrollados del mundo occidental, en general.

¿Qué fallo cometieron los ideólogos del marxismo-castrismo para que Zapata no se convirtiera, con el transcurso del tiempo, en el “Hombre Nuevo”, léase el “Hombre Sumiso y Servil” que la Revolución trató durante décadas, infructuosamente, de crear en la isla?

El yerro de los Castro es haber destruido a Cuba, esclavizado al pueblo cubano, y puesto grilletes a su iniciativa y libertad. La equivocación de ambos dictadores es no querer aceptar que hay personas, como Orlando Zapata Tamayo, o como Guillermo Fariñas, uno de los actuales disidentes en huelga de hambre, que no se resignan a vivir sin libertad ni decoro, ni a permitir que su pueblo agonice y se consuma bajo la opresión, que no están dispuestos a callar y a no luchar contra la infamia y el escarnio de los más elementales derechos del ser humano.

Zapata murió. Probablemente, la dictadura deje también morir, en su vigésima cuarta huelga de alimentos y líquidos, a Fariñas. Le ruego, señor Toledo, que si tal desgracia sucediese, tenga el pudor de no acusar también a Guillermo de terrorista. ¡Si no se atreve a defender la viril y heroica actitud de estos hombres, que desde el fondo de una oscura cueva, pertrechados sólo de sus altruistas ideas, combaten a una poderosa tiranía armada de pistolas, fusiles, cañones y cárceles hasta los dientes, al menos cállese usted!

Orlando, obrero, de piel oscura, sin propiedades, oriental, nacido con la Revolución, descendiente de los negros que fueron arrancados del África y traídos a Cuba como esclavos, por supuesto, que no fue, ni siquiera de pensamiento, señor Toledo, un terrorista, ni un agente de la CIA ni de ninguna potencia extranjera. Fue un hombre que se inmoló por amor a su pueblo. Y los hombres como él merecen el mayor de los respetos.

Zapata Tamayo, con permiso de Willy Toledo, además de un mártir de Cuba, es un mártir de la Humanidad. Porque de grandes hombres es sembrar amor.

Orlando, el albañil-fontanero, disidente y luchador por los Derechos Humanos, desde algún lugar cimero, con la adarga en un brazo y el machete en el otro, ha visto su funeral. Ha visto que su muerte no ha sido en vano. Que la noticia de su fallecimiento ha corrido en Cuba, como la pólvora, de boca en boca, y que la misma ha galopado por el mundo ocupando las primeras páginas de miles de periódicos, de papel y digitales, así como los titulares y comentarios de infinidad de noticieros radiales o televisivos.

Desde la atalaya donde vigilan los mártires, Tamayo, ha divisado que millones de personas, de los cinco continentes, han condenado a la dictadura castrista por el vil asesinato que la misma ha cometido contra su honrosa e insustituible persona. Ha oteado, incluso, que, aunque tímidamente, el presidente de España, José Luis Rodríguez Zapatero, ha pedido al gobierno de Cuba que libere a los presos políticos, y que su Ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, fan de los hermanos Castro, no se ha dignado a decir lo mismo.

Los mártires son omnipresentes, excelentísimo Ministro de Relaciones Exteriores.

Pero lo que más ha enorgullecido a Orlando, y por lo que vive convencido de que su muerte no ha sido en vano, es contemplar, desde su peculiar mirador, que su fallecimiento ha hecho el milagro, nunca logrado en 51 años de existencia de la tiranía castrista, de unir a los cubanos disidentes, del interior y del exterior de la isla, en dos objetivos esenciales y comunes para todos: la libertad de los presos políticos y la libertad de Cuba, las dos grandes pasiones de su vida.

En algún olímpico lugar han salido a su encuentro, para abrazarlo como se abraza a un hijo, próceres excelsos de la historia cubana presididos por José Martí Pérez, Antonio Maceo y Grajales, Máximo Gómez, Carlos Manuel de Céspedes, Ignacio Agramonte, Perucho Figueredo, Leonor Pérez, Mariana Grajales, Gustavo Arcos Bergnes, Mario Chanes de Armas, Pedro Luis Boitel, y, muy probablemente también, por Camilo Cienfuegos.

Una segunda e infinita comitiva que ha salido a su encuentro, la integran Abraham Lincoln, Vercingetorix, Juana de Arcos, el Cid Campeador, Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, José de San Martín, Martin Luther King, y el Papa Juan Pablo II, entre otras celebridades de la humanidad. Quizás, igualmente se ha sumado a tan ilustre cortejo, arrepentido y abochornado, Carlos Marx, seguido de cerca por Federico Engels.

¡Zapata ha edificado una obra inmortal!

domingo, 21 de febrero de 2010

¡SE ACABÓ EL COMUNISMO EN CUBA!



¡FLASH! ¡ÚLTIMA NOTICIA!
!SE ACABÓ EL COMUNISMO EN CUBA!
Autor Héctor Peraza Linares
Madrid, 17 de febrero de 2009
(Arreglos: 19 de febrero de 2010)
(Arreglos 16 de julio de 2012)


El diario Granma ha publicado, en primera plana y a cinco columnas, el Decreto:

BOLITA PALA GLOLIOSO PUEBLO LE CUBA

(Raúl Castro, desde una tribuna, lee el Decreto al público movilizado por los Comités de Defensa de la Revolución).

Yo, Laúl Catlo Lú, chinito, en mi caláctel le Plesilente le la Lepública le Cuba, a mi tliunfal legleso le la gloliosa Lepública Populal China, le la gloliosa Lusia, e le la gloliosa Lepública lel heloico Vietnam, autolizo, pol ete decleto titulao: BOLITA PALA GLOLIOSO PUEBLO LE CUBA, que en ete paí lo paisano y paisana puelan jugá a la bolita o chalala china.

Filél quitó la bolita, polque la lotelía ela una platica capitalita. Yo pone otla ve la chalala china, polque a paltil de ahola la bolita selá una platica lebolusionalia. (aplausos prolongados)

¿Pol qué, yo, chinito Laúl, plesilente le Cuba, lise a tó lo pueblo cubano que a paltil de ahola la lotelía selá una platica lebolusionalia? Polque la chalala tiene que tenel uno banquelo; tiene que tenel apuntalole; tiene que tenel mucho punto que jueguen su linelito.

El público grita:

¡VIVA EL LINELITO!

¿Y quién selá le banquelo? Le banquelo selé yo, chinito Laúl, plesilente. ¿Y quién selán apuntalole? Apuntalole selán lo miemblo le Paltilo Comunita le Cuba. ¿Y quién selán lo que jueguen su linelito? Le pueblo le Cuba selá quien juegue su chabito, polque pueblo le Cuba sabo que Filel, y la lebolusión, nesesitá mucho linelito pa complá avione, lifle, metlallalola, cásula, póbola, glanala le mano, tanque, sumalino, lancha tolpedela, lopa pa la jinetelas, y tila flecha de guela al luso Putín y a chinito Hi Juntao.

La gente corea:

CHAVITOS, CHAVITOS

¡VIVAN LOS CHAVITOS!

Honolable camalala Hi Juntao nesesitá mucho, mucho, mucho linelito pa mantenel a la mulata china cubana con la que tá juntao. Y benelable camalala Putín quiele ganal mucho, mucho, mucho linelito pa llevalse pa Lusia a una mulata china cubana.

Alguien exclama a todo pecho:

¡VIVA LA MULATA CUBANA!

Cubano sabo que pa ponelse flaco no tenel que tomal té velde ni té cololao. ¡A cubano pone flaco la libleta le lasionamiento! Pelo cubano se pondlá goldo, goldo, mu goldo, como americano, como flansese y como epañole, con la chalala china. La chalala china tiene ploteína, tiene bitamina, tiene minelale como boniato jojoto, halina con golgojo, ñame con colbata y como tlonco le yuca. (muchos pierden las manos aplaudiendo).

Otros cantan:

Boniato jojoto
harina con gorgojo,
yuca sin mojo
¡Qué vuelva Pototo!

¡La chalala china é malsita-leninita y maoíta! El futulo le la lebolusión lepende le la chalala china! Yo va pelil a camalala chave que me plete o que me legale la lotelía le Venesuela. Con bolita le Venesuela pueblo lebolusionalio cubano podlá jugal su chavito tó lo día a la chalala china. Tonse, yo, banquelo, yo va ganá mucho linelitito pa la lebolusión… Tonse, yo va cantá cansión de la chalala china malsita-leninita y maoíta:

Hagan juego, señole:
banco gana y se lie,
¡Pueblo pielde y se va…!

Abuelito mío chino, hache mucho, mucho, muchíííísimo tiempo, inventó la póbola, la luela, la tlompeta china, y lo palito chino. Yo, nieto dabuelito chino, ¡yo va inventá la chalala china malsita-leninita y maoita! ¡De la chalala, pa la chalala y pol la chalala!

Con la tlompeta china, mi abuelito taba tocá:

Agapito toca lo pito,
y su papá lacoldeón,
y lo chino de cantón,
¡comen aló con palito!

Pueblo le Cuba: Hubió una lebolusión flansesa. Hubió una lebolusión lusa. Plonto, mu plonto, plontito, ¡hablá una lebolusión le la chalala china malsita-leninita y maoita! Yo va ponel uno jemplo. Yo va lesí velso y nalie va sabel la lepuesta:

¿Cuá é lanimá que camina pol tejao y no lompe tejao?

Ahola apuntalole, miemblo le Paltido Comunita le Cuba, lecogelán chavito que pueblo cubano va apostal. Cuando apuntalole me ligan que pueblo cubano ya ha jugao tó lo chavito que la gusanela Miami le tá mandá, yo va lesil lepuesta. Tonse yo va dejá pueblo cubano sin ningún chavito pa que pueblo llame gusanela y le diga que le mande ma chavito. Así, poquito a poquito, yo, chinito Laúl, selé lico, mu lico, mu lico, liquíííííísimo como lo millonalio amelicano.

A continuación, el “presidente” de Cuba, canta de nuevo:

Hagan juego señole:
banco gana y se líe,.
¡Pueblo pielde y se va…!

Pasa el tiempo. El primer vicepresidente, Machado Ventura, le entrega un papel.
Camalala Machalito Ventula me tá tlaé papelito. Yo va leé papelito polque papelito
jabla lo que pueblo tá cleé que son lanimá que camina pol tejao y no lompe tejao
Se ríe en chino:

Juing-juing-juing-juing.

Acto seguido expresa:

Pueblo cubano tá jugá tó lo chavito que tenía a númelo dó, que son maliposa, y a númelo cuatlo, que son gato. Pueblo cubano ta peldé tó lo chavito que tá jugá.

De nuevo vuelve a reír:
Jiang-jiang-jiang.

Muy contento, agrega:

Yo chinito Laúl, honolable y benelable plesilente le Cuba, yo, banquelo le la lebolusión, yo tá ganá tó lo linelitito que pueblo cubano tá jugá polque la lepuesta é le númelo nuebe. Númelo nuebe é la lengua. Lengua camina pol lo sielo le la boca y nolompe lo sielo le la boca

Ríe:

Jiiing-jiiing-jiiing-jiiiing.

Doblado de tanto reír, manifiesta:

En chalala china malsita-leninita y maoíta, númelo nuebe é la mala lengua le la mafia le Miami que camina pol lo tejao le Casa Blanca le plesilente amelicano, y no lompe lo tejao le la Casa Blanca.
Del público, airadas voces le gritan:

¡Tramposo!
¡Marañero!
¡Ese dao está cargao!
¡Ladrón!
¡Descarao!
¡Ratero!

Raúl, dándose cuenta de que el pueblo está enfurecido por haber perdido a la bolita los pocos chavitos que tenía, le dice, persuasivo, al público allí congregado:

Pasensia pueblo. Mucho pasensia. Yo tá ganá tó lo chavito que pueblo tá jugá. Son veldá. Pelo pueblo cubano, que tá jugá a la chalala china malsita-leninita y maoíta, tá ganá otla cosa.

El pueblo, que ya había comenzado a avanzar, armado de palos y piedras, contra la tribuna, con el evidente objetivo de barrer con todo lo que encontrara en su camino, al oír dichas palabras, detiene su belicoso avance. Alguien del público le pregunta al dictador:

¡¿Qué es lo que hemos ganao?!

Raúl, ríe en la lengua del Celeste Imperio:
Jiong-jiong-jiong.

Y responde:

Pueblo tá ganá salida…

¿Qué salida? – le pregunta la muchedumbre.
Raúl lanza una risotada en chino cantoné:
Jieng, jiiing, jiang, jiung, jiong.

A continuación, manifiesta:

Pueblo tá ganá salida le Cuba pa Etao Unilo, polque cansión le la chalala china malsita-leninita y maoíta lise que:

¡Pueblo pielde y se va…!

Tras pronunciar dicha frase, Raúl Castro baja de la tribuna, y se echa a correr. El pueblo lo persigue tirándole palos y piedras, tal como le hiciera, hace veinte años, otra encolerizada e indignada multitud, a Nicolae Ceausescu en Rumanía.

Ese día, gracias a la bolita:

¡Se acabó el comunismo en Cuba!

Autorizo la publicación de esta sátira, siempre que se adjunte mi correo electrónico hector.peraza.linares@hotmail.com y mi blog http://www.hector.peraza.blogspot.com/

viernes, 5 de febrero de 2010

SATIRA

EL ARBOL CON PIERNAS

AUTOR: HECTOR PERAZA LINARES


-¿Qué deseas ser en la vida?


Me preguntó la secretaria a cargo de la oficina de las mujeres encinta, una hormiga con la cabeza tan grande como una pelota de béisbol.


-Deseo ser un árbol con piernas.


Mi madre y yo fuimos portada de la generalidad de los medios de comunicación del mundo entero. Algunos de los titulares:


MUJER DA A LUZ UN PINO-NIÑO O UN NIÑO-PINO

MADRE DE UN HIJO DE MADERA

NACE UN ÁRBOL HUMANO

SEÑORA DE CARNE Y HUESO PARE TRONCO CON PATAS



Claro está: para que yo naciera a mi madre tuvieron que hacerle la cesárea. La partera pasó mucho trabajo para sacarme. Lo primero que asomé no fue la cabeza como era de suponer, sino, un par de raíces que ya venían con los zapatos puestos. Esta es la breve historia de mi nacimiento:


Llegó una ginecóloga de fama mundial en Puerta de Golpe, Baracoa y Santiago de las Vegas, y dijo:


- Lo siento. No se le puede hacer cesárea a esta mujer porque lo que tiene en su vientre es un fenómeno.


- Cuando la ginecóloga se marchó, la partera, que conocía perfectamente la existencia de una Ley, promulgada en Madrid por el rey Carlos III el 7 de Agosto de 1749 en virtud de la cual el monarca ordenaba realizar la cesárea a toda mujer muerta durante la preñez, le tomó el pulso a mi madre y, equivocadamente, pensó que mi futura progenitora había fallecido. Sacó una navaja siciliana del bolsillo, la afiló en las suelas de sus zuecos de madera, abrió lo que tenía que abrir y, en el acto, salí yo.


- ¡Es un tronco de niño! – Exclamó entusiasmada la comadrona.


Nací un 14 de abril. De ahí que haya asumido como mía la copla que compuso y cantaba, a fines del siglo XIX en Málaga, Trini la Cantaora, a quién un famoso médico malagueño, mediante una arriesgada operación, le había salvado la vida. Nuestra copla dice así:


No se borra de mi mente

el día 14 de abril,

no se borra de mi mente,

y siempre tendré presente

que en ese día me vi,

a las puertas de la muerte...


Una vez nacido, la hormiga asomó su cabezota, movió sus pares de patas diciéndome adiós, y la vi perderse en el interior del mismo hueco por el que yo acababa de salir al mundo.


- Hijo mío, vivirás muchos siglos, si no te fulmina un rayo – fue lo primero que me dijo mi madre mientras se cosía el vientre con el cordón de uno de mis zapatos.


Clavó sus ojos en uno de los dos huecos que un pájaro carpintero había taladrado en la parte superior de mi tronco. Eran mis ojos. Lanzó un suspiro y, tras tomarse una sopa de piedras que le había traído la partera, me dice:


- Mañana irás a la escuela.


Solté el chupete de mango filipino y le dije:


-¡No iré a la escuela!

- ¿Por qué, tronquito mío?

- ¡Porque si voy, el gobierno comunista me decomisará los zapatos!



Madrid 24 de febrero de 2007