viernes, 21 de septiembre de 2007

SATIRA

EL MUERTO DE FIN DE AÑO
Por: Héctor Peraza Linares


En Cuba, gracias a la Revolución,
las personas tienen el derecho, inalienable,
de morir en cualquier día del año:
¡siempre que no sea el 31 de diciembre!

En Tirabeque, finalizaba el mes de julio. Pablo, un habitante tirabequeño, quería morirse el 31 de diciembre de ese año. El Presidente del Comité de Defensa de la Revolución, el camarada Martínez, estaba en total desacuerdo.

- Pablo, mi ambia, si te partes un treintiguán de diciembre vas a joderno en la cuadra la fiesta del prósimo Aniversario del Triunfo de la Revolución, mi sooocio. Cambia de idea, bálbaro. Por ejemplo, te puedes rompel un dié denero, un tuentiguán de febrero, o cualquier otro día del año, asere. Tienes trescientos sesenta y cuatro días pa’ escoger, salvaje. ¡No seas terco, negueee! – Le dijo Martínez, en la jerigonza siempre empleada por su interlocutor.

Pablo, hizo como si lo hubiese escuchado. Cerró los ojos y aparentó dormir. Martínez, lo dejó sólo. Pablo, se durmió de verdad. Pasaron los días, las semanas y los meses, y no despertaba. Llevaba dormido tres meses y tres días. Los médicos decían que estaba vivo; los espiritistas, que se le había montado un espíritu burlón. Su mujer, Alicia, estaba segura de que su marido permanecía con vida. Ella conocía el carácter tozudo de su esposo. Sabía que él, por nada del mundo, dejaría de cumplir su propósito.

El 27 de septiembre, Pablo, abrió los ojos. Al despertar, le preguntó a su mujer:

- ¿Qué día es hoy, mi hembra?

Al darle Alicia la respuesta, Pablo volvió a cerrar los ojos, y se quedó de nuevo dormido. Antes de dormirse, le dijo a su cónyuge:

- Ricura, Despiéltame el treintiguán de diciembre.

Alicia, por ser militante del Partido Comunista de Cuba, comunicó a Martínez lo que Pablo le había dicho antes de que se volviera a dormir.

“El caso Pablo”, lo había seguido muy de cerca la dirección del Comité Municipal del Partido del poblado de Tirabeque, villorrio perteneciente a la provincia de La Habana. Sin embargo, el asunto se había mantenido en el más absoluto de los secretos partidistas. Se trataba de impedir que otros ciudadanos siguieran su mal ejemplo.

Riviero, el Secretario General del Partido en Tirabeque, llamó a sus oficinas a Martínez.

- Compañero Martínez, tiene usted que impedir que Pablo cumpla su objetivo.

- Camarada Secretario General – le respondió Martínez – Soy consciente de la importancia histórica de la misión que usted personalmente me ha encomendado. He tomado las previsiones necesarias para que el ciudadano Pablo no llegue a cumplir su contrarrevolucionario, pro-imperialista y anti-patriótico propósito.

- ¿Cuáles son esas medidas preventivas? – le preguntó Riviero.

- En primer lugar, para el día 31 de diciembre, nuestro Comité de Defensa de la Revolución ha organizado una fiesta descomunal con diez orquestas. Habrán, en total: cuarenta trompetas, treinta maracas, quince güiros, cincuenta guitarras y sesenta tambores, sonando en nuestra cuadra. A Pablo, al despertar, le será imposible morirse, porque él es un apasionado de la música. Diez cantantes, a ritmo de conga, entonarán estribillos como el siguiente:

“Pablo, no te mueras,
te esperan diez bailarinas,
dos rifles(1) de gasolina.
¡Y las mujeres encueras!”.

- ¿Y en segundo lugar?

- En segundo lugar, jefe, como usted bien conoce, Pablo, es un curda empedernido. En el momento en que despierte le colocaré en las manos un par de “rifles”.

- ¿Alguna otra medida?

- Por supuesto. Como que Pablo es tremendo mujeriego, al despertar verá delante de su cama, completamente desnudas, a diez de las más bellas bailarinas del cabaret Tropicana. Estoy seguro de que con esas tres iniciativas nuestro compañero abandonará la idea de morirse el día en que se cumplirá un Aniversario más del Triunfo de nuestra Revolución.

- ¿Y la compañera Alicia estará de acuerdo con esa última solución?

- Claro que sí, camarada. Ella está muy enamorada de Pablo y por tal de que no se muera es capaz de permitirle que haga lo que se le antoje. Además Alicia es una compañera de ¡Patria o Muerte! ¡Venceremos!

Llegó el 31 de diciembre. Al mediodía entraron en la casa de Pablo las diez orquestas integradas por cuarenta trompetas, treinta maracas, quince güiros, cincuenta guitarras y sesenta tambores. También hicieron su entrada en el hogar del durmiente, Martínez, llevando en las manos las dos botellas de ron casero, las diez hermosas bailarinas del cabaret Tropicana y los diez cantantes.

A una orden de Riviero, los casi doscientos músicos comenzaron a tocar. Martínez, colocó en las manos de Pablo los dos “rifles” y, las bailarinas, vestidas con sus trajes de Eva, se dedicaron a mover, provocativamente, sus esqueletos al compás de la estruendosa música taconeando fuertemente con sus chancletas de madera sobre el piso de cemento. Todos: músicos, bailarinas y cantantes, entonaban un par de estribillos:


Pablito, pablito,
tírate del gajito (2),
¡que la conga ta’rrollando!
Tómate un traguito,
¡qué’tamo guarachando!

Pablo, no te mueras,
te esperan diez bailarinas,
dos rifles de gasolina.
¡Y las mujeres encueras!”

- ¡Despiértelo, camarada Alicia! –Vociferó el máximo líder del Partido Comunista en Tirabeque.

Alicia sacudió a su marido por los hombros, lo pellizcó, le extrajo con un alicate tres dientes y cuatro muelas, le mordió la nariz, ambas orejas y la nuca. Finalmente, le dio cuatro patadas en la cabeza, y le clavó un largo cuchillo en las costillas. Sus esfuerzos por despertarlo fueron inútiles: Pablo, según certificaron el médico y el babalao de Tirabeque, estaba muerto.

Esa noche, a las doce, en la cuadra no se celebró el Aniversario del llamado Triunfo de la Revolución.

El Secretario General del Partido de Tirabeque, le ordenó al Presidente del Comité de Defensa de la Revolución:

-Camarada, Martínez: para evitar que se repita el caso de Pablo, cuelgue en la puerta del bohío de cada vecino, un letrero que diga:


LA JUSTICIA REVOLUCIONARIA
CONDENA
A LA PENA CAPITAL POR FUSILAMIENTO
A CUALQUIER TIRABEQUEÑO
QUE MUERA
UN 31 DE DICIEMBRE

Al año siguiente, en dicha fecha y en cumplimiento de la mencionada orden, fueron fusilados Riviero y Martínez.

(1) Rifle: (del habla coloquial cubana de hoy) Botella de ron de fabricación casera.
(2) Tirarse del gajo: (del habla coloquial cubana de hoy) Levantarse de la cama.





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