viernes, 21 de septiembre de 2007

SATIRA



PERROS LOBOS PING PONG
Por: Héctor Peraza Linares.


Una tarde de noviembre de 1871, en el África a orillas del lago Tanganica, el periodista Henry Morton Stanley, del New York Herald, localiza al famoso explorador David Livingstone, quien no tiene contacto con el mundo civilizado desde que comienza, años atrás, la búsqueda del nacimiento del río Nilo. La pregunta que hace el científico al reportero, en el instante del histórico encuentro, es la misma que formulo al salir de la prisión, del kilómetro 4 ½ de la carretera a la ciudad de San Juan y Martínez, en Pinar del Río, tras malvivir, casi cien días, incomunicado:
- ¿Qué pasa por el mundo? – aunque, yo agrego: - ¿Y qué pasa por Cuba?
En la época de Livingstone, las noticias no llegan a las selvas; y, en la mía, tampoco arriban a las celdas tapiadas (1).
- 1 -
En el Departamento Técnico de la Seguridad del Estado de Pinar del Río, en la madrugada del 24 de junio de 1997, el capitán Vladimir, al interrogarme por primera vez, con mis crónicas en sus manos y cara de sin amigos, inquisitorial, me advierte:
- ¡Con estos escritos usted se ha burlado del Comandante! (2).
Según el capitán, mis sátiras, difundidas por Radio Martí (3) y otros medios de comunicación, me pueden acarrear la pena máxima.
Y me da pena verme un alma en pena, a la cual pueden aplicar la máxima pena y, a la chita callando, parodio la canción:
- Ay pena, peniiiiiita, pena, pena... ¡de verme en el paredóóóóóón!
- ¡Se ha metido con la segunda Seguridad del Estado del Mundo! ¡Cojones!
Reitera la última palabra. Pone los puños como un boxeador. Me incita a que tenga una reacción violenta. ¿Para mantearme? No. Quizás, para matarme.
Y rememoro a Don Quijote, cuando dijo a Sancho Panza: “la boca sin muelas es como molino sin piedra, y en mucho más se ha de estimar un diente que un diamante (4)”.
- No son cojines, ni cajones: ¡son los huevos de mis cojones! – pienso y callo.
Me niego a firmar mi declaración, pues la ha distorsionado. Da un estruendoso puñetazo en la mesa, y me lanza un golpe de karate, con el canto de su mano derecha, que para en seco casi al seccionar mi yugular en varios departamentos. ¡Me doy con un canto en el pecho, espalda y ombligo, al no tener que entonar el canto del cisne!
Reza un refrán abakuá (5): inuá borobutón borobutón inuá Ke afón kemio (6).
- ¡Mereces que te cortemos los huevos! – sentencia, terrorífico y pomposo.
Mis testículos suben como Edmundo Hillary y Tenging Norkay, al ascender el Everest, o como Matías Pérez (7) al remontar su fatídico vuelo en zepelín. Asustado, al igual que mis santos timbales (8), en la probable antesala del eunuquismo, razono:
- ¡Le ronca los berocos (9)!
- ¿Sabe qué manifestó mi hijo, que tiene ocho años de edad, al leer esto? – me pregunta un oficial, mostrándome mi crónica “Cuca la Emperatriz” (10).
- No – respondo.
Lo dicho por ¿el niño? me deja, patidifuso, a un pie del patíbulo:
- Me dijo: papi, al hombre que escribió esto lo deben fusilar.
¿Cuento chino del segurichi (11), del niño, o fallo de la jurisprudencia universal?
Esa madrugada arrecian los interrogatorios. Son como juegos de ping pong: preguntas, pings; respuestas, pongs. Dos días y dos noches sin dormir ni un segundo.
Más partidos durante la tercera, cuarta y quinta madrugada.
¡Ping!:
- ¡¿Tú no sabes en qué lío te has metido?!
¡Pong!:
- Capitán, ¡estoy a su merced! Si lo desea: ¡máteme!
Me imagino, de pie ante el muro del paredón, diciéndoles a mis verdugos:
- Ustedes me lo han quitado todo: el ordenador, el fax, dos máquinas de escribir, una grabadora, dos cámaras fotográficas, un radio receptor portátil de onda corta, libros, periódicos como El Nuevo Herald, El Diario Las Américas, El ABC, El Mundo, El País, Le Monde, Libération, las revistas Carta de Cuba, El Disidente, Fundación Hispano Cubana y Trazos de Cuba, casetes con grabaciones de mis crónicas difundidas por Radio Martí, cuentos que tengo inéditos, cartas, libretas de direcciones y teléfonos; dentro de unos segundos van a quitarme la vida, pero ¡hay una cosa que jamás podrán quitarme!
Mis victimarios, los fusiles en ristre y antes de recibir las tres órdenes, que son las últimas palabras que escucho en vida: ¡preparen!, ¡apunten!, ¡fuego!, con sorna y riendo a mandíbula batiente, seguros de que me lo pueden quitar todo, me preguntan:
- ¿Qué cosa es lo que jamás podremos quitarte?
- El apendejamiento (12) que tengo...
Ping pong, pong ping.
Pong ping, ping pong..
No logro dormir, pues me lo impide el reflexionar sin descanso en tres pongs diferentes: las que he dado, las próximas que puedo o debo dar, y las que nunca debo dar, que las llamo: nong pongs. Y la tensión de mantenerme, constantemente, en espera de oír pasos que vengan por mi, no precisamente para llevarme a que dé un paseo, del brazo de mi flaca, por la playa María La Gorda (13)...
Temo que mis hijos, Aymara y Héctor, así como Nery, la madre de ambos, sean traídos a las tapiadas. El oficial investigador los considera mis cómplices. En Cuba se dice: tanto delito tiene el que mata la vaca, como el que le aguanta la pata.
La lámpara fluorescente (a pesar de los apagones en la isla) permanece siempre encendida, a dos metros de mi litera; la migraña no me abandona, <>; cada día estoy más débil, por sólo comer los treinta granos de arroz que dan en almuerzo y comida; y escucho el aullido de los perros lobos de la gestapo (14), como si a mis oídos llegaran pasajes del famoso libro de Jack London:
- Aúúúúúúúúúúúúúúúúúúú.
Oferto a los cánidos:
- Les cambio la celda por “El Llamado de la Selva”.
En la tapiada no me permiten tener ni libros ni periódicos ni revistas ni radios ni bolígrafos ni nananina (15); no obstante, no me hacen caso y siguen, con el aúúúúúú aúúúúúú aúúúúú, tal cual indios Sioux al sitiar una diligencia.
Asimismo, el zumbido continuo, estresante y torturador de los mosquitos:
- Éééééééééééééééééééé.
Propongo que la ONU exija al régimen la capacitación de los sangrones (16) insectos con tonadas al estilo de “La Guantanam ééééééééééééééééééé ra”, por ejemplo.
- 2 -
El comienzo de las noches lo intuyo por el piar de los gorriones en sus nidos, que imagino asentados en la parte exterior de la tapiada:
- Pipipipipipipipipipipi.
A partir de ese instante, cada ocaso, acaso comienza para mi una nueva tortura, a paso de tortuga, consistente en la incapacidad de caer en brazos de morfea.
Desconfío de los dos presos comunes que comparten la celda conmigo. Creo que son chivas (17) del G-2 (18). ¿Son (19)? ¿Danzón (20)? ¡Son! Duermen, ¿o lo aparentan? Ignoran mi insomnio, ¿o no? Simulo roncar para que los segurosos (21) no conozcan mi calvario onírico. Con la sábana me cubro hasta la cabeza para protegerme de los ééééééééééé. Cuba. Junio, julio, agosto, septiembre: verano. La sábana se empapa con mi sudor. Una y otra vez la exprimo, como a naranja agria que me cocina la piel.
- Aúúúúúúúúúúúúúúúúúúú.
- Ëééééééééééééééééééé.
Organizaré – me digo – un coro integrado por perros lobos y mosquitos. Veinte de los primeros y veinte mil de los segundos. Un gorrión, con su cónico y cómico pico, será el director del coro. Tapiado, tapado y medio asfixiado, el aire me falta.
–¡Uffffffff! – resoplo. Como una tortuga, saco mi nariz fuera de la sábana. Los mosquitos vocean: - ¡Carne fresca! – mi nariz, aguijoneada, vuelve a su fino carapacho.
- Pipipipipipipipipipipi – es el piar de los bullangueros gorriones, gorrionas y gorrioncitos, que en mi desvelo escucho en las auroras.
Traduzco a las aves. A esas horas, los gorriones le preguntan a sus aladas consortes:
- ¿Qué quieres?
Las pajaritas, insatisfechas o insaciables, les responden:
- ¡Pipiripiar!
Los escucho haciéndose el amor y me embarga una gran envidia pipiripiática.
Llegan otras noches. Mi insomnio sólo lo interrumpe el conduce (22), al abrir la gruesa puerta de hierro para “conducirme”, no con la amabilidad de un botones de hotel..., a nuevos partidos de ping pong, en los que permaneceré, puede que varias horas, sentado en una silla cuyas cuatro patas están enterradas en el cemento del piso, y con un aparato de aire acondicionado, a toda máquina, a 30 centímetros de mi espalda.
El cambio de temperatura es como si pasara del Sahara a un iglú. ¿Berebere o esquimal? Los canarios descienden de los guanches, los guanches de los bereberes, y yo, de los canarios; mas, no tengo ascendientes entre los inuits del Polo Ártico.
Pregunto: “¿En qué se parecen una tapiada, un gorrión, una olla de presión y un aire acondicionado?” Respondo: “Que en la tapiada hay un hueco en el piso para hacer pipi y kk, el gorrión dice pipi y hace kk, la olla de presión hace pipi y no hace kk, y un aire acondicionado causa, en el sudoroso tapiado, ganas de hacer pipi y kk”.
A los veinticinco días de encierro y vigilia total, me trasladan de la tapiada siete para la treinta y tres, con miles de mosquitos menos que la anterior y donde no se escucha, en las madrugadas, el aullar de los perros lobos. ¡Ya no finjo roncar! Ronco de verdad, igual que roncan las olas contra los arrecifes en el faro de Roncali (23).
- ¡Kéom morronga (24)! - dijo, enigmática, una francesa al verme roncar desnudo.
“Que toda la vida es sueño” - me susurra Calderón de la Barca.
- 3 -
Desde hace siete años, en venganza de los más de tres meses de obligada abstinencia sexual, libre y libridinoso, en las auroras de Madrid, pregunto a mi mujer:
- ¿Qué quieres?.
Ella, española y por ende, exigente y pipicaresca, me responde:
- ¡Pipiripiar!
Ahora son los gorriones los que sienten, por mí, una gran envidia pipiripiática.
Veinticinco noches en vela transformadas, con el paso del tiempo, en espíritus burlones de centauras brujas del aparato (25), que bailan en las tinieblas, a mi alrededor, un guaguancó (26), profiriendo los siguientes conjuros:
- Aúúúúúúúúúúú, éééééééééééé, pipiiiiiiii kkaaaaaaa, ¡piiiiiiiiing!
Aún prisionero del maleficio, al ritmo del guaguancó, apunto con el pie al sexo de una hechicera, y tal como grita un comentarista deportivo un gol o un jonrón (27), que decide el campeonato a favor de su equipo favorito, en las madrugadas, vocifero:
¡¡Berocoooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooos!!!!
(1) Calabozos, sin ventanas ni rejas, de 2-3 metros de ancho por 3 metros de largo. Tienen por puerta una plancha de hierro de 7-8 milímetros de espesor (sin barrotes), un orificio a ras del suelo para las necesidades fisiológicas, muy escasa ventilación y sendos pares de literas. En estos infernales habitáculos los encarcelados son obligados a hablar en voz baja y, sólo por una urgencia, pueden reclamar la atención de un conduce, mediante golpes con los puños en la puerta, gritando el número de la tapiada. Poseen una bombilla continuamente encendida que, en ocasiones, los carceleros apagan ex profeso para sumir a los tapiados, durante impredecibles períodos de tiempo, en la más absoluta oscuridad. Su hermeticidad produce en el prisionero la sensación de encontrarse en una urna sepulcral. (Nota del autor).
(2) Las frases en negritas corresponden a expresiones textuales. (Nota del autor).
(3) Emisora que comenzó a transmitir, en 1985, de Estados Unidos hacia Cuba. En la actualidad, envía sus emisiones desde Miami, Florida, las veinticuatro horas de los trescientos sesenta y cinco días del año, en onda corta y media. Noticias, entrevistas, reportajes, artículos, sátiras, parodias, comentarios y crónicas de periodistas disidentes que residen en la isla, editoriales y análisis conforman su programación. Es la estación de radio más escuchada en Cuba. El pueblo la sintoniza subrepticiamente. El régimen hace lo imposible por interferir sus señales. (Nota del autor).
(4) Don Quijote de la Mancha, Parte I, cap.18, pág. 79. Miguel de Cervantes, Obras Completas I, Santillana Ediciones Generales, S. L., Madrid, 2003.
(5) Miembro de la sociedad Abakuá, asociación con fines de ayuda mutua, de origen africano, formada exclusivamente por hombres. Diccionario del Español de Cuba–Español de España, Günther Haensch – Reinhold Verner, Gredos, Madrid, 2000.
(6) Muchos hablan lo que saben y otros saben lo que hablan: Lydia Cabrera, “Oye Ogbó”.
(7) Personaje que en 1856 despega de La Habana con su aerostato y desaparece sin dejar huellas. Diccionario del Español... (ídem).
(8) Coloquial: testículos. Diccionario del Español... (ídem).
(9) Berocos, verocos. Coloquial: testículos. Diccionario del Español... (ídem).
(10) Sátira que tiene por personaje central a una cabra. Trata el tema de la suspensión, en Cuba, de la cuota diaria de leche a los niños a partir de que arriban a los siete año de edad. Revista: Carta de Cuba 2, San Juan, Puerto Rico, 1996.
(11) Coloquial: miembro de la Seguridad del Estado. (Nota del autor).
(12) Coloquial: sensación de temor. Diccionario del Español... (ídem).
(13) Playa del sureste de la península de Guanahacabibes, bañada por las aguas de La Ensenada de Corrientes, a 300 kilómetros al Este de La Habana. El nombre, dice una leyenda, responde a una mujer (española o portuguesa), que un pirata rapta y lleva a vivir a ese lugar, donde tiene establecido su campamento. (Nota del autor).
(14) Coloquial: sinónimo de Seguridad del Estado. (Nota del autor).
(15) Expresa negación. El Habla Popular Cubana de Hoy, Argelio Santiesteban, editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1982.
(16) En singular: impertinente, antipático. El Habla Popular Cubana de Hoy... (ídem).
(17) En singular: delator. // Cabra. RAE, editorial Espasa Calpe, S. A., Vigésima Segunda Edición, Madrid, 2001.
(18) Coloquial: sinónimo de Seguridad del Estado. (Nota del autor).
(19) Danza y canción de origen cubano, mezcla de ritmos africanos, españoles e indígenas. (Nota del autor).
(20) Baile cubano, semejante a la habanera. RAE... (ídem).
(21) Coloquial: miembros de la Seguridad del Estado. (Nota del autor).
(22) Carcelero cuyo trabajo consiste en trasladar a los presos de las tapiadas a los interrogatorios, al soleador (patio de 7 X 8 metros donde, cada siete días y por espacio de quince minutos, los tapiados pueden disfrutar de los rayos del sol), o a la consulta médica. (Nota del autor).
(23) Faro situado en el extremo occidental de la isla de Cuba, en la península de Guanahacabibes, construido en 1850. Sus luces son visibles a más de 30 kilómetros de distancia, con una frecuencia de dos destellos cada 10 segundos. (Nota del autor).
(24) Morronga. Coloquial: miembro viril. Diccionario del Español... (ídem).
(25) Coloquial: sinónimo de Seguridad del Estado. (Nota del autor).
(26) Modalidad de la rumba cuya parte inicial de canto toma el carácter de un extenso relato. El baile es ejecutado por una pareja que lleva a cabo un juego de atracción y repulsión alusivo a la conquista de una mujer por un hombre y al acto sexual. En un momento en el que la mujer no logra hacer un gesto de cubrirse sus partes con las manos, auxiliado por un movimiento de la falda, de una manta o de un pañuelo, el hombre realiza un golpe pélvico hacia delante o apunta con el pie o con la mano al sexo de la mujer. En este momento la mujer corresponde con un gesto de derrota. Diccionario del Español... (ídem).
(27) Jugada consistente en recorrer las cuatro bases del béisbol de una vez. Generalmente provocada por haber sacado el bateador la bola fuera del terreno. Del inglés home run. El Habla Popular Cubana de Hoy... (ídem).
Autor: Héctor Peraza Linares – 8 de enero de 2005 – Madrid hector.peraza.linares@hotm

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